Daría la impresión que los jóvenes de hoy los millennials y la generación Z están tardando más en llegar a la edad adulta y dependen más de sus padres que las generaciones pasadas.
Sin embargo, ese retraso en llegar a la edad adulta es una respuesta esperada a las condiciones económicas que configuran el período en el que los adultos jóvenes ingresan a la fuerza laboral (Nancy E. Hill y Alexis Redding, It’s not a new developmental stage; it’s the economy)
Si consideramos que la entrada a la adultez supone terminar la educación, dejar el hogar, encontrar trabajo permanente, encontrar un compañero de vida y tener hijos en comparación con mediados del siglo XX, los adultos jóvenes parecen tardar más en alcanzar estos marcadores en la actualidad. Entonces el tiempo que lleva la transición a la edad adulta tiene más que ver con poder hacer la transición a la fuerza laboral y estabilidad económica que con la apatía percibida de los jóvenes.
Hoy, la economía basada en el conocimiento está en transición hacia nuevos parámetros de empleo y producción, que demanda más educación, afectando la capacidad de los adultos jóvenes para alcanzar los marcadores de la edad adulta. Aquellos que asisten a la universidad se toman más tiempo frente a sus pares no universitarios -que asumen más rápido su adultez- para obtener el conocimiento y el capital social que les ayudan a inventarse de maneras que se alinean con la economía.
Estos hallazgos nos dicen que cuando los adultos jóvenes tardan más en lograr los marcadores de la edad adulta, no es que algo haya cambiado en ellos; es que el mundo ha cambiado.