Brutalidad limeña versus inteligencia provinciana. La desgracia en que nos encontramos es consecuencia de los mal llamados “intelectuales” limeños. Por supuesto, con la vergüenza del desempeño de nuestros mal llamados “gobernadores”. De repente son parte de la corrupción, como ya nos estamos enterando que sucedió con Vizcarra.
Fujimori interrumpió la Descentralización, pero la recuperó con la Constitución que nos dejó. Y Ollanta Humala rescató la “esencia gris” nacional al priorizar y fortalecer al Concytec, dándole presupuesto y repatriando científicos nacionales. Dejándonos, además, el cambio de modelo primario-exportador por el de industrialización.
Como siempre, la pandemia ha sido otra prueba para demostrar que los provincianos somos más inteligentes que los limeños. Por propia iniciativa estamos saliendo adelante. Recientemente, respecto a las vacunas, les niegan a los Gobiernos regionales la posibilidad de adquirirlas, a sabiendas que en el mundo hay una variedad de ellas y, por la competencia, se pueden conseguir con mayor eficiencia y a menor precio.
La gran deficiencia de información, que nos ha costado mucho dinero y muchas vidas por el covid-19, es culpa del centralismo mafioso. Cuánto dinero les queda en los bolsillos a los funcionarios y tramitadores administrativos. Un ejemplo: se quedan con lo presupuestado para el control y supervisión de las obras de construcción, que Contraloría lo sabe, pero, como es limeña, se hace la desentendida.
¿Qué tienen que decir la infinidad de oficinas descentralizadas de cada ministerio e instituciones importantes sin categoría de ministerio existentes en el país? Igual, las gerencias de planificación de los gobiernos regionales. Si profundizamos el análisis incorporando a los gobiernos locales, imagínense cómo terminaremos los provincianitos. Entonces, ¿qué candidato ofrece retomar y dinamizar la regionalización y descentralización, conforme establece la Constitución? Por el contrario, ofrecen una nueva Constitución. ¡Qué tal lisura! Por ello, me atrevo a pedir a los provincianos que pongamos a los candidatos en la picota cuando vengan a pedir nuestros votos.
En resumen, en el territorio nacional somos 24’290,921 electores, de los cuales los limeñitos son 8’019,611 y los provincianos 16’271,310, o sea el 33% versus el 67%. Tenemos el sartén por el mango, en nuestras manos está nuestro propio destino. ¿Quién nos convence que efectivamente va a profundizar y consolidar la descentralización y desburocratización del Estado? Un gran homenaje en el Bicentenario.
