Debemos entender que las reformas políticas y los actos políticos masivos, como las elecciones, no se puede organizar y poner en marcha de la noche a la mañana sin que el margen de error crezca y sea peligrosamente alto.
Analista políticos han explicado que, solo en el caso de las elecciones, que es una de las principales demandas de los manifestantes de todo el país, habría un gasto relativo aunque lo más “costoso” en términos morales sería convocar a comicios sin haber generado previamente las leyes que permitan que los resultados sean legítimos, que funcionen como candados ante la corrupción y que no permitan que el extremismo y sus disfraces de cordero amenacen a la democracia.
Dicen los que protestan que “Lima” no quiere escuchar sus demandas; no obstante, se ha explicado que el “proceso” electoral tiene etapas, necesita presupuesto; las exigencias son mayores debido a que se trata de elecciones atípicas, nacidas de un descalabro sistémico.
Se quiere tenerlo “todo” sin el coste de madurez institucional, y eso no se puede permitir. Nuevas elecciones, referendo y más, solo de acuerdo a las reglas. ¿Nuevas reglas? Solo a partir de las vigentes y como el fruto de buen o mal humor de las turbas.
Es tiempo de que empecemos a actuar como un verdadero país de este siglo, con reglas claras que no solo nos permitan vivir en paz, sino que también servirán para que los inversionistas extranjeros vean al Perú como un lugar propicio para hacer negocios que aseguren el ingreso de grandes cantidades y la recolección de fondos para poder nivelar la balanza entre pobres y ricos y crear ese país más igualitario.
Ese dulce sueño no será posible sin la inversión y sin un país de reglas claras, coherentes y perfectibles. Pero todo eso toma tiempo y lo estamos desperdiciando en esta lucha fratricida que es azuzada por extremistas de izquierda y de derecha, quienes confiesan aún el credo violentista según el cual no puede haber país justo sin guillotina.
¿Queremos, trescientos años después, en el peor caso de retorno a la barbarie de otras edades, construir al nuevo Perú sobre huesos?
Esperemos que pronto se imponga la racionalidad política y otros criterios que contribuyan a hallar soluciones pacíficas.
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