Aunque cada vez con más frecuencia se trata acerca de la integración de la vida familiar y profesional de las personas, una cuestión no menos importante es la que nos ha planteado el contexto actual sin consulta previa: la armonía de la vida familiar y del trabajo doméstico; los efectos de la pandemia han alcanzado las más íntimas relaciones humanas.
Dejaremos de pensar en el funcionamiento de la denominada black box (la empresa) para profundizar en la riqueza de la dinámica de la “shine box” (el hogar). Término inédito que acuño para explicar los enormes efectos, positivos y negativos, así como los desafíos que los miembros de las familias tendrán especialmente entre manos en el ejercicio y la gestión de sus relaciones, familiares y conyugales.
En una sociedad en la que la excelencia está asociada al hombre de finanzas, al cantante o al futbolista, Chirinos Montalbeti girará el timón hacia la excelencia en el hogar; algo tan serio, que invita a no trivializar considerando que sitúa a esposos e hijos frente al esfuerzo común por crear un hogar con un clima de cariño y ayuda mutua, con tradiciones y personalidad propias, fruto de unos trabajos que trascienden la cotidianidad y la materialidad. Esta excelencia, dirá, es una conditio sine qua non del bien estar de un matrimonio y de una familia que ambiciona un proyecto común feliz y duradero.
Stanley y Markman han conducido investigaciones con el objeto de ayudar a varones y mujeres en tiempos del COVID-19. Postulan que la cimentación de relaciones fuertes y saludables requiere, entre otros, decidir y no postergar acciones claras. Mencionan algunas: definir quién hace qué, delimitar cómo les afecta el trabajo remoto o fuera del hogar; concretar qué medidas exigen el uso del dinero, los ingresos y las deudas, ajustar la dedicación al trabajo escolar de los hijos y a las demás rutinas familiares, puntualizando los responsables. Asimismo, detallar las reglas que seguirán para tratar a los amigos, a la familia extendida, a los miembros con alto riesgo, a los enfermos o a quienes han fallecido, así como decidir qué harán frente a los planes de boda u otras celebraciones familiares.
El diálogo en concordia, sin temor a la disparidad de puntos de vista que enriquece, la búsqueda de una labor en armonía deja un horizonte arduo y promisorio a varones y mujeres. El protagonismo de los cónyuges está por verse, descubriéndose antes al interior de cada hogar. Matrimonios y familias, el futuro es nuestro, sabiendo que nadie lo logra solo.