Al ritmo de las metidas de pata de Pedro Castillo es probable -según estadísticas-, que su aprobación se desplome a menos del 20% antes de terminar el año. Hoy tiene un raquítico 25% y los más pesimistas auguran que no llegará a cumplir su ciclo. Y es que Castillo no aprende la tarea y no entiende que gobernar no es solo repartir, con verbo populachero y lastimero, los recursos del Estado. Menos mantener reuniones clandestinas.
Para gobernar se requiere capacidad de priorizar y distribuir recursos; pero más para generarlos. Se requiere competencia y habilidades para resolver problemas; aptitud y fortaleza de liderazgo… ¿las tiene Castillo?… Hasta ahora no prioriza ni resuelve el problema del retorno a clases, la corrupción, la gobernabilidad o el alza de la canasta familiar, mucho menos los conflictos mineros.
Por el contrario, el gobierno de Castillo ataca a la minería, sin proyectar que en este momento y el 2022 el precio de los metales alcanzará cifras interesantes y con ello elevaría la recaudación tributaria. Salvo que este gobierno de izquierda tenga la intención de lapidar con programas populistas las reservas, pues en un mar de pobres es donde le gusta pescar.
