Llamar a las FF.AA. para asumir la labor de seguridad ciudadana es aceptar, sin rubor, que la PNP ha fallado y es incompetente en la tarea que es su razón de ser: la protección ciudadana. El uso de militares no es ni será una solución al grave problema de descomposición de la institución policial que desde hace años se está dando.
La Policía, a diferencia de la delincuencia que crece y se hace más sofisticada, sagaz e implacable, va en retroceso. Hoy se reclutan efectivos sin el filtro; carentes de ética y mística para representar a la institución. El resultado se ve en las calles, efectivos prepotentes, pegalones, coimeros, involucrados en actos delictivos o como integrantes de bandas organizadas.
La culpa no es de los que hoy integran esta institución sino de las normas y la gestión del Estado que ha permitido la informalidad a la profesionalización; que ha negado la especialización en investigación por la mezquindad en la logística. Salir de este marasmo requiere es una reestructuración urgente y total de la PNP, pasando por una evaluación de quienes hoy se irrogan el derecho de cuidar a los peruanos. Las FF.AA. son solo un paliativo, pues la solución está en el propio cuerpo policial.