El clima de tensión en Palacio es tal que en los últimos días el presidente Pedro Castillo, presionado por las circunstancias, se ha dedicado a poner cuanto paño frío le sea posible tratando de ocultar sin éxito la gravísima crisis de gobernabilidad en la que él -y no los “poderosos que perdieron las Elecciones”- es el principal responsable.
Su caída que -según el periodista Agusto Álvarez Rodrich- parece inevitable y solo es cuestión de tiempo, por supuesto que no le conviene al país porque no nos llevará a nada nuevo ni bueno sino a más de los mismo y peor.
Se equivocan quienes creen que los tropiezos del presidente son motivos para celebrar. Todo lo contrario, su posible intromisión en los ascensos de las FF.AA., sus reuniones clandestinas en Breña, el próximo cierre de Las Bambas por falta de garantías, su absurdo pedido de ser investigado por los ronderos y no por la Fiscalía, así como su divorcio de las bancadas opositoras a las que llama a dialogar solo cuando sabe que ya se reunieron los votos suficientes para debatir su vacancia; no solo lo ponen a él en la cuerda floja.
El impacto en la economía que ya se siente a través del alto costo de la canasta básica familiar, la imparable subida del dólar y el incierto panorama del crecimiento económico para el próximo año, no solo se multiplicará con una vacancia, sino que erosionaría aún más la credibilidad del país frente a los organismos internacionales y ante importantes inversionistas como los que acaban de anunciar su cierre.
Con el anuncio de audios que comprometerían aún más al Gobierno, cabe preguntarse si Castillo aún puede ser parte de la salida de la actual crisis, con el apoyo y unidad de las fuerzas políticas; o es más bien -por su ineptitud y persistencia en cerrar los ojos a la realidad-, parte del grave problema de gobernabilidad que sigue frenando al país.
La respuestas se cae de madura. El problema del gobierno de Pedro Castillo es Pedro Castillo, quien cada vez que intenta defenderse termina empeorando su situación. Si en los próximos días o semanas deja de ser presidente o sigue cayendo su credibilidad, no habrá sido porque -según su imaginación- sus adversarios se niegan aceptar que un maestro rural gobierne el país. Ni siquiera por las imposiciones del cerronismo. No. Será por su ineptitud y la promiscuidad de su gobierno con la corrupción.