Dos cosas: en primer lugar, el presidente Castillo ha repetido lo que hace tiempo advirtió el Estudio Nacional del Fenómeno El Niño (Enfen), que en el 2022 ocurriría un nuevo evento catastrófico para el cual debemos estar preparados.

¿Qué tenemos hasta ahora? Poco. Las defensas ribereñas siguen esperando hace cuatro años. ¿Es justo el reclamo del presidente y su amenaza de quitarle recursos a las municipalidades si no muestran avances en proyectos, incluidos los de Reconstrucción?

Creemos que sí, aunque esta exigencia debe ir acompañada de ciertas acciones del Ejecutivo que son demandadas por las autoridades locales; por ejemplo, la garantía de la continuidad del presupuesto como respuesta a los logros de los alcaldes o el GORE y el mantenimiento en el cargo de la titular de la Autoridad para la Reconstrucción con Cambios, Amalia Moreno, por haber concretado acuerdos a diferencia de las gestiones anteriores en la misma entidad. Esta suerte de “dar para recibir” será importante para que la Reconstrucción y otras obras avancen.

En segundo lugar, está cayendo muy mal en la ciudadanía esa pésima costumbre del presidente Castillo de no hablar con la prensa. Olvida el mandatario que la prensa no es, como seguro imagina, un gremio de opinólogos que busca llenar sus segmentos con los errores del Ejecutivo, sino un importante nexo con la población, un canal que informa y que, a la vez, representa un sentir ciudadano. El presidente Castillo incumple con el principio de transparencia al negarse a responder a las legítimas preguntas de una prensa libre.

El ejercicio del poder no es ilimitado y se rige a fórmulas y protocolos que deben ser observados para que la democracia siga operando, para que todos tengamos acceso a la información y para que el sistema siga basándose en la confianza en vez del solo monopolio de la fuerza. ¿O acaso será que el presidente no se siente apto para responder a las interrogantes sin contar con un libreto?

Esta visita de Castillo a la región ha servido para marcar una agenda, para fijar algunos propósitos, pero también para advertir que el Ejecutivo aún no se siente a gusto con la democracia. Sería bueno que el presidente escuche más a Francke que al propio Bellido o a Cerrón antes de visitar las regiones.