La crisis climática no descansa, y de seguir con los niveles actuales de emisiones los veranos en el hemisferio norte podrían durar la mitad del año para el 2100. Las consecuencias serán dramáticas para la salud humana, los ecosistemas o la agricultura.
Potentes y agotadoras olas de calor, multiplicación de noches tropicales, veranos con registros extremos y temperaturas estivales expandidas a la primavera y al otoño. Esas pueden ser las consecuencias nefastas del cambio climático para el hemisferio norte de nuestro planeta cuando finalice el presente siglo. Así lo indica una nueva investigación de la Academia de Ciencias de China. El calentamiento global es tan grave que los veranos del norte podrían durar la mitad del año para 2100.
Si bien un período prolongado de clima templado puede parecer atractivo para aquella población que no esté concienciada de las espantosas implicaciones del fenómeno, un cambio tan significativo en las estaciones tiene el potencial de causar una gran alteración en los ecosistemas que a menudo están finamente equilibrados en términos de horarios y temperaturas.
Se contarán por cientos los desastres: incendios forestales, patrones de migración cambiantes, enfermedades y desaparición de numerosas especies.
“Los veranos son cada vez más largos y calurosos, mientras que los inviernos son más cortos y cálidos debido al calentamiento global”, explica a Science Alert el oceanógrafo físico Yuping Guan, de la Academia de Ciencias de China. “Con más frecuencia, leo algunos informes meteorológicos fuera de temporada, por ejemplo, primavera falsa o nieve de mayo, y cosas por el estilo”.
Para su estudio se analizó el compendio de datos climáticos históricos diarios de los años 1952 a 2011, marcando los días con el 25% más caluroso de las temperaturas durante esos años como los meses de verano, y aquellos con las temperaturas más frías como los meses de invierno.
Los resultados arrojaron veranos claramente más largos: la temporada estival creció pasando de 78 días a 95 en el período comprendido, mientras que el invierno se contrajo de 76 a 73 días. La primavera y el otoño también se redujeron, 9 días y 5 días respectivamente. Mientras que la primavera y el verano han comenzado gradualmente antes, el otoño y el invierno han comenzado más tarde. Por decirlo de un modo sencillo, la parte más cálida del año no hecho más que expandirse y la más fría, de encogerse.
Por otro lado, los investigadores tiraron de futuros modelos climáticos para predecir cómo podrían continuar estas tendencias hasta el cambio de siglo, descubriendo que el hemisferio norte podría tener un verano que comience a principios de mayo y termine a mediados de octubre para el 2100. Se trata de una perspectiva de futuro cargada de peligros: se alargaría de forma notoria la temporada de alergias y aumentaría con creces la propagación de mosquitos tropicales portadores de enfermedades-
Según los datos recopilados desde 1952, la región mediterránea y la meseta tibetana han experimentado los mayores cambios en lo que respecta a los ciclos estacionales, aunque ningún lugar del mundo escapará de las garras del cambio climático y sus efectos.
La investigación ha sido publicada en Geophysical Research Letters.