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Una vida sin arte
octubre 9, 2020
Autor: Victor Palacios

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El próximo domingo se cumplirá el aniversario octogésimo cuarto de aquella célebre ceremonia en la Universidad de Salamanca que se convirtió en una polémica histórica debido a la inexistencia de registros objetivos: el militar Millán Astray, defensor del franquismo, habría pronunciado sus célebres expresiones: “Viva la muerte!” y “Cuando escucho hablar de cultura, saco la pistola y disparo”, lo cual habría motivado la también célebre respuesta del humanista Miguel de Unamuno refiriéndose a que un mutilado sin la grandeza de Cervantes solo podía querer una España también mutilada.

Al margen de la discusión sobre los matices verbales de lo realmente acontecido, sí es conveniente reflexionar un momento en lo que significaría la vida humana sin esa actividad cultural trascendente, creada por el propio género humano, que se llama arte. El tema se actualiza porque hace pocos días tuve la mala suerte de escuchar, en una de las tantas inverosímiles presentaciones a que se presta la comunicación virtual, que un jovenzuelo manifestaba algo así como que esta no es la hora del arte sino del incremento de la producción económica. A lo mejor tiene razón y yo estoy profundamente equivocado, pero, por ahora, he decidido borrar su nombre de mi memoria.

Imaginemos un mundo donde la arquitectura renuncia a su sentido estético y únicamente se preocupa por el rendimiento funcional del espacio, donde la escultura deja de existir porque no cumple ninguna función material (salvo la de ocupar lugar en el espacio), donde ya no sea necesario pintar para expresar emociones y sensibilidad humana. Imaginemos un mundo sin danza, sin esa posibilidad tan presente en nuestra vida familiar y social, que nos permite expresar sentimientos a través de los movimientos corporales. Anulemos también la música y perderemos una de las dimensiones espirituales más intensas de todos los tiempos.

Olvidemos la tentación de producir poemas, cuentos y novelas, acabando así con la literatura, que tantas reflexiones ha motivado a lo largo de la experiencia cultural humana. Acabemos también, dentro de la euforia destructiva, con el cine artístico, y ya solo quedará la nada. La nada que es el vacío absoluto, la negación del valor de la existencia, la anulación del sentido trascendente.

Una vida sin arte puede ser una condena: la censura de los actos expresivos fundamentales del pensamiento y la reducción del espíritu humano a una simple latencia temporal, finita, insignificante, esporádica y despreciable. Una vida rutinaria sin la exaltación del acto creativo deja de ser una vida humana.

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Victor Palacios
Editor web de El Tiempo y La Hora. Periodista y fundador del equipo digital del diario El Tiempo. Comunicador con experiencia en Marketing Digital, Data Analyst, SEO, Web Design, Email Marketing e Ecommerce.
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