En todas las etapas de la crisis política el Congreso ha jugado un papel un tanto perverso, pero ha llegado la hora en que tiene que impulsar los cambios inmediatos que la ciudadanía reclama.
Las autoridades deben priorizar implementar las políticas necesarias para que las nuevas elecciones reclamadas por la ciudadanía no se conviertan en un nuevo escollo en el camino hacia el fortalecimiento institucional.
Decíamos que el Parlamento había actuando con un toque de perversidad porque su demora en decidir cuestiones puntuales, o la anteposición de los intereses personales de los congresistas por sobre la emergencia nacional ha provocado que el caos en varias provincias sea más difícil de controlar.
Los muertos y los heridos de uno y otro lado también son resposabilidades políticas de todos aquellos que han dilatado sin motivo comprensible o claro o justificado, la adopción de un plan de solución.
LEE AQUÍ ? ¡Al Perú se le respeta!
El Estado existe para monopolizar el ejercicio de la violencia y para garantizar la paz social, pero eso no es lo que los peruanos hemos visto suceder.
Esperamos, aún así, que las instituciones no vean mermada su credibilidad porque sería contraproducente para poder hallar una salida sancionada por la mayoría.
Si la ciudadanía no confía en el Estado y sus poderes, no hay país posible. Habrá grandes edificios que alberguen a centenares de burócratas, habrá palacios, un congreso y ministros; podrá haber riquezas e historia, pero nadie apostará por todo ello y poco a poco se volverán “descartables culturales”.
Esperemos que, en el corto plazo, este descreimiento, este escepticismo cultural, pueda ser superado y que las instituciones den clara muestra de que están dispuestos a construir un país al margen de intereses o negocios personales.
La ciudadanía de la regiones de la serranía y selva del Perú, tantas veces postergada, podrá sentir que pertenece a un mismo país.
La gran revolución que debería preocuparnos y seducirnos es la que busca acabar con las fronteras que nos impiden vernos como hermanos e hijos de una misma historia.
El congreso y el Ejecutivo, en estos momentos, son los llamados a dar los primeros pasos hacia un cambio positivo. Las nuevas elecciones debe darse en paz, con reformas y con reconocimiento de la voluntad popular.
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