En el Perú la justicia lo espera con ansias y hasta le tiene una celda en el penal de Barbadillo; mientras sus compinches y protectores caviares se encomiendan a todos los santos para que no venga y “cante” en verso las andanzas delictivas de cada uno de ellos.
El expresidente acusado de recibir una millonaria coima de Odebrecht está desesperado, pero no vencido y ha echado mano a cuanto recurso legal se le ha puesto a tiro con tal de esquivar con artes de malabarista su extradición a Perú. Para ello tiene y paga a buenos abogados, (¿con parte de la coima?), que rebuscan recursos de garantía aprovechando los innumerables beneficios legales que ofrece la justicia en EE.UU.
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En el Perú, sus cancerberos juristas temen que en este último trance Toledo y su andamiaje legal recurra a la prescripción de los delitos. Ese truco ya lo había utilizado hace algunos años y por eso intentan ganar tiempo, aunque sea por un par de semanas. Para el líder de la chacana, parece, nada está dicho aún y se atenaza con uñas y dientes a suelo norteamericano. El viernes es el dia D.