El reclamo de la Asociación de Gremios de Productores Agrarios del Perú (AGAP), que demanda al Gobierno garantizar la seguridad laboral de los trabajadores del campo, tiene bastante lógica: la agricultura no solo es importante a nivel regional, sino que es una de las pocas actividades nacionales de gran envergadura económica que, además de dar empleo directo a 4,1 millones de peruanos, permite la construcción de una larga cadena de actividades económicas que incluyen la producción, la comercialización, la industrialización y la exportación.
A diferencia de la minería, que es una actividad de enormes réditos monetarios, pero de un altísimo costo socioambiental, además de ser una constante fuente de polémica y enfrentamientos, la agricultura precisa de criterios de conservación y explotación racional para poder desarrollarse. Demás está decir que fue la actividad económica sobre la cual se fundó una de las más grandes civilizaciones del mundo y es en nuestros días garante de la preservación del suelo y la cultura matriz de nuestra república.
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Con esta perspectiva económica, pero también histórica, debemos tomar en cuenta que dejar a la agricultura a merced de las convulsiones económicas, sin protección alguna que permita que su desarrollo continúe, equivale a quebrar el armazón de la nacionalidad y su fuente identitaria, además de abdicar de la misión del Perú como adalid de la sostenibilidad alimentaria de otras naciones y continentes. El lema “el Perú como despensa de la humanidad” no es solo una frase manida hasta el cansancio por los generales del “gastronomismo” que ha marcado la agenda económica y cultural de los últimos veinte años; es una ruta que obliga al Gobierno y a los sectores económicos interesados a fortalecer a la masa trabajadora que ha hecho posible el boom de la agricultura y que hará posible que el país sea el principal proveedor de alimentos del planeta.
Desde el 2022, el empleo en el sector ha caído a un ritmo de 1%, según información de ComexPerú. Aunque hubo una recuperación notable de 4,6% respecto del espantoso 2021, el empleo rural ha seguido cayendo. ¿Se puede salvar al empleo de los millones de productores agrícolas del país? Es indispensable hacerlo y ejecutar un plan de contingencia frente a El Niño.
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