De acuerdo con la última encuesta de CPI, un 89,3% desaprueba la labor del actual Congreso le va peor que al Ejecutivo, solo apoyado por un 16,2% y rechazado por un 76,9%. El 48,7% está a favor del adelanto de Elecciones, a pesar de que el Congreso ya encarpetó el tema. ¿Hacia dónde vamos con este parlamento que debería representar, en última instancia, la salvaguardia de la institucionalidad? Repasemos sus actos más recientes:
El presidente del Congreso, José Williams, insiste en que es saludable para la democracia que el Congreso elija sin concurso público al nuevo procurador público.
Ha dicho que las instituciones del Estado deben “organizar a su defensa como crean conveniente”. Sin embargo, la cuestión es obvia: ¿es conveniente para la gobernabilidad y para el fortalecimiento institucional que entidades como el Congreso o cualquier otro órgano emplee los recursos que la ley provee para “blindarse”? ¿Es favorable dicha estrategia para el fortalecimiento de las instituciones o, por el contrario, debilita más su posición en tanto dejan de sintonizar con las expectativas ciudadanas?
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Ciertamente, uno de los objetivos de la Ley es procurar la existencia y estabilidad de las instituciones. El Estado no ha caído del cielo, sino que es una construcción social e histórica, y las leyes intentan preservar su vigencia definiéndolo como la única entidad capaz de aglutinar, comprender y dirigir las acciones sociales, ya sea mediante el monopolio de la fuerza o de los procesos de decisión colectivos. El Congreso, especialmente, intenta ser un vocero de la ciudadanía, un representante válido y un productor de normas que aseguren la supervivencia de la estructura estatal por encima de las turbulencias políticas y los cambios históricos más dramáticos. El Congreso actual está lejos de lograr semejante cometido.
Como segundo caso, tenemos a los llamados “congresistas mochasueldos”: Rosío Torres, Magaly Ruiz, María Acuña (APP), Katy Ugarte (no agrupada), María Cordero Jon Tay (Fuerza Popular), Heidy Juárez (Podemos Perú) y José Arriola (APP). Por supuesto, no podemos calificar con la peor nota a la totalidad de la representación congresal, pero es evidente que el problema está en quienes son expuestos y en quienes, a pesar de la situación, callan y pretenden que el poder político supera a la realidad.
