La Teoría Económica establece que, puesto a elegir entre dos bienes A y B, el consumidor está ante un mapa de preferencias convexo, para reflejar la presencia de la utilidad marginal decreciente: si tienes mucho de A estarías dispuesto a sacrificar una gran porción de A para conseguir algo de B y viceversa.
El consumidor busca situarse en el más alto nivel posible de isoutilidad, pero está restringido por su Línea de Presupuesto, determinada por los precios de A y B vigentes en el mercado.
El consumidor logra su equilibrio cuando con un gasto dado, alcanza la más alta isoutilidad posible, lo que ocurre en el punto de tangencia entre la línea de presupuesto y la isoutilidad, con lo que maximiza su bienestar igualando la tasa de sustitución entre A y B en el mercado, con la tasa de sustitución entre A y B según sus gustos y preferencias.
En ese punto de equilibrio se determina la canasta óptima de consumo entre A y B.
Cuando tienes que elegir entre dos males, el mapa de preferencias es cóncavo al origen y para no reducir tu bienestar, te quedas en el origen, tal como han hecho Lescano y Urresti.
En la actual coyuntura, hay partidarios de C o de K cuyo equilibrio está en el eje del candidato preferido.
Sin embargo, también hay muchos electores que se basan en el antivoto: voto por C para cerrarle el paso a K o voto por K para cerrarle el paso a C. Es el caso de los que votan tapándose la nariz, a pesar de estar con mascarilla.
La conclusión es que todo este proceso determinará un resultado general que tendrás que aceptar y que, obviamente, afectará el bienestar futuro no solo tuyo, sino de tu familia y de tu país.
Allí, la pelota está en tu cancha, pero cuídate de decir que estas son pelotudeces democráticas: Decide en la forma más responsable posible.