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Confusión de signos y significados
enero 11, 2021
Autor: Victor Palacios

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Somos una generación confusa: por una parte, invocamos constantemente el lenguaje de los derechos humanos, mientras que violamos continuamente nuestras más elementales obligaciones, e incluso nos ponemos al servicio de unos signos que conllevan significados destructivos. Muchas veces, yo diría que, en demasiadas ocasiones, nos falta coherencia entre el decir y el hacer, también entre el obrar y nuestro propio reposo meditativo. Lo realmente absurdo, es que vamos de aquí para allá sin apenas tiempo para la reflexión, atrapados por una maldita retórica que nos deja sin aliento.

La fiebre de comportarse como piedra en el camino se ha extendido como jamás. Nos hemos distanciado de lo auténtico. Se nos llena la boca de propósitos y no pasamos de la hipocresía, de avivar el bien común y no hacemos nada por los demás, de cultivar la ética y alimentamos la corrupción, de ser compasivos y nos hemos deshumanizado totalmente. La inhumanidad se ha convertido en un terreno fértil hasta dejarnos sin sentimientos. Cuando se pierde la fibra de las emociones y no se sintoniza con los estremecimientos del alma, todo se derrumba, también nuestra propia ilusión.

Los signos de confusión son tan evidentes, que nuestras propias riquezas espirituales se han aletargado, a la espera de una nueva época que nos inste a reconciliarnos con nosotros mismos, despojados de toda presión de poder e intereses. De entrada, yo mismo me niego a que los pedestales mundanos me dejen sin identidad. Por eso, cada día intento entrar en diálogo con mi propia sabiduría, hacer autocrítica y no encerrarme, sino abrirme a ese mundo del que todos formamos parte, porque entre todos hemos de reconstruirlo humanamente. Lo que no es de recibo es que los países dominadores nos enmarañen y no hagan, apenas nada, por desenredar esta atmósfera de desconciertos.

Sabemos que las emisiones de dióxido de carbono están poniendo en peligro el futuro de todos los infantes del mundo, mientras multitud de países ricos continúan con sus prácticas comerciales nocivas. Es público y notorio, pues, que la salud del planeta y la salud de las personas están muy interrelacionadas.

Ya tenemos constancia de ello, pero todo sigue igual. Por desgracia, los párvulos, como ese Niño que resultó ser nuestro Salvador con su venida, van a heredar la degradación de una morada y la degeneración de sus moradores. Sea como fuere, no se puede caer más bajo. Necesitamos, con urgencia, un cambio en nuestras actuaciones.

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Victor Palacios
Editor web de El Tiempo y La Hora. Periodista y fundador del equipo digital del diario El Tiempo. Comunicador con experiencia en Marketing Digital, Data Analyst, SEO, Web Design, Email Marketing e Ecommerce.
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