Los demonios de Tasmania, marsupiales desaparecidos hace 3.000 años de la Australia continental, fueron reintroducidos recientemente en la inmensa isla, una etapa «histórica» de un ambicioso programa de protección de la especie.
La asociación Aussie Ark reveló en octubre de 2020 que 26 de estos mamíferos carnívoros fueron liberados en un santuario de 400 hectáreas en Barrington Tops, a tres horas y media al norte de Sídney (sureste).
El presidente de de la oenegé, Tim Faulkner, explicó que esta operación, realizada en julio y septiembre, es la primera etapa de un programa de conservación para crear una población preservada, teniendo en cuenta que, en la isla de Tasmania, el diablo sufre un cáncer contagioso.
«El mayor predador indígena en el continente es el gato tigre de cola moteada que pesa un poco más de un kilo. Traer un animal de este tamaño es algo extraordinario», dijo Faulkner.
El «Sarcophilus harrisii», que puede pesar hasta ocho kilos, caza normalmente otros animales autóctonos o se alimenta de restos de animales muertos. No es peligroso para el hombre o el ganado, pero se defiende si le atacan y puede provocar heridas graves.
Este marsupial nocturno de pelaje oscuro o negro, que desprende un fuerte olor cuando está nervioso, es víctima desde 1996 de una enfermedad, el tumor facial transmisible del diablo de Tasmania (DFTD), que termina en muerte casi en el 100% de los casos, lo que significado la desaparición del 85% de su población, y ha situado a esta especie en peligro de extinción.
Este cáncer contagioso -el cáncer normalmente no lo es, salvo en ciertas especies animales- se transmite a través de las mordeduras entre los diablos, muy agresivos y con una fuerte mandíbula, cuando se aparejan o combaten. Los animales mueren de hambre cuando el tumor llega a la boca y les impide comer.
Se estima que actualmente hay 25.000 diablos en la naturaleza, frente a los 150.000 que había antes de la irrupción de la enfermedad. El programa busca crear una «población reservada» ante una enfermedad hasta ahora incurable, así como restaurar el entorno natural autóctono.
«Los diablos son una de las únicas soluciones naturales para controlar poblaciones de zorros y gatos, responsables de la gran mayoría de las 40 extinciones de especies de mamíferos en Australia. Lo que está en juego es más que el diablo de Tasmania», precisó Faulkner.
El diablo es una de las siete especies que Aussie Ark planea reintroducir en el continente en los próximos años, igual que el gato tigre, el peramélido (o bandicut) y el petrogale (o ualabí rupestre). Trabajos como este recuerdan la reintroducción del lobo en el parque estadounidense de Yellowstone en los años 1990, que, según los expertos, tuvo una serie de efectos positivos: regeneración de arbustos en las orillas de los ríos, estabilización de los cursos de agua, el regreso de pájaros y castores.
Vía Deutsche Welle