Mientras muchos ciudadanos viajan a otros países o incluso pagan por una vacuna contra la Covid-19, aquí en Piura muchos se resisten a ser vacunados. La rechazan con conceptos tan pueriles como que le insertarán un chip para monitorearlo vía satélite o, en el colmo de la fantasía, juran que la vacuna modificará su genoma, los volverán estériles, mutantes… entre otros inverosímiles argumentos.
El Minsa no tiene cifras oficiales hasta ahora del rechazo a la vacuna en la región, pero según cálculos extraoficiales estaríamos en un promedio de 20% de la población que no la acepta por temores infundados o porque no quieren la vacuna china. Otros se inocularon su primera dosis, pero no volvieron por la segunda.
Este es un problema reiterativo y tiende a incrementarse cada día lo que pone en riesgo la estrategia del Minsa de costo-efectividad para frenar la pandemia. Médicos de la OMS califican a quienes se resisten a la vacuna como “fábricas de variantes SARS Cov-2”, porque cuando más personas se infecten, más oportunidad tiene el virus de generar mutaciones y multiplicarse. Parece que muchos no entienden que la vacunación es un acto solidario que beneficia a todos.