Si por algo hay que felicitar al piurano es por su ingenio y capacidad de trabajo; sobre todo a ese ejército de ciudadanos ubicados dentro del rubro de “informales” y que representa casi al 70% de la población. Ellos no se dejan morir de hambre y, a pesar del riesgo que corren en las calles con esta pandemia, muchos han salido a ganarse “sus frijoles” con ingenio.
En efecto, cerrados los mercados por la gran cantidad de contagiados que allí laboraban, ni cortos ni perezosos algunos se han lanzado a las calles de las urbanizaciones y sectores populares. Ya no en carretillas y triciclos: ahora lo hacen en mototaxis y autos, pregonando con altavoces la venta de frutas, verduras, carnes y hasta pescado. ¡Claro! Incluyen el sobreprecio, pero evitan la aglomeración en los mercados.
No está mal la iniciativa; sin embargo, tampoco deberían perder de vista su propio cuidado. ¿Se han hecho alguna prueba rápida? ¿De dónde se abastecen de comestibles? Con este virus rondando las esquinas, no está de más el control, en especial de quienes compran, pues no sería grato que se guarde estricta cuarentena y el virus se filtre en una papa o una piña. Es solo una recomendación.