Sólo cuando el río crece a niveles de espanto, es cuando todo el mundo se acuerda de los puentes, su importancia para la red vial y peatonal y, sobre todo, cómo estos influyen en la vida económica de una región o ciudad. Luego del susto, las autoridades a cargo de su mantenimiento se olvidan de ellos.
Eso ha venido ocurriendo durante los últimos 30 años y prueba de ello es que Piura perdió dos puentes y muchas vidas humanas, en su lugar aparecieron los puentes atirantados Bolognesi y Eguiguren.
Pero son los puentes Sánchez Cerro, Cáceres y San Miguel los que necesita más atención hoy debido a que sus pilotes se sientan sobre el zapallal del lecho, sujeto a erosión continua durante los periodos de crecientes, así como a la presión de la corriente por lo que no es raro que aparezcan grietas y necesite de un diagnóstico técnico para medir su operatividad y riesgo.
Eso es lo normal dentro del plan de prevención anual, pero en Piura no ocurre eso. Tras la creciente y desborde del 2017 se anunció el mantenimiento de esos tres viaductos; la sorpresa es que hasta la maleza atrapado en los pilotes se ha mantenido hasta ahora. ¿Alguien puede explicar qué tipo de mantenimiento se les hizo y si estos son seguros hoy con nuevas crecientes? En uno ya aparecieron grietas que preocupan.
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