El expremier Guido Bellido, en un intento por salvar a su cuestionado ministro, Iber Maraví, amenazó con la “cuestión de confianza” al Congreso, lo que podría haber llevado a su disolución, como ocurrió en tiempos de Martín Vizcarra. Pero más allá de la intimidación, esta controversial norma pende aún como una espada de Damocles sobre el legislativo.
Han sido varios los intentos por modificarla, pero hasta ahora no hay acuerdos. El último intento por cambiarla se hizo el último miércoles, pero se encontró con la férrea decisión del gobierno de Pedro Castillo de continuar con la misma porque una ley congresal no puede modificar o interpretar a la Constitución.
En esta modificatoria rechazada, se intentaba impedir que un premier pida la cuestión de confianza por reformas constitucionales o para salvar de la censura a un ministro como se pretendió hacer en el caso Maraví.
El hecho es que la Constitución no pone límites a la cuestión de confianza, y mientras esta sea ambigua, seguirá como arma para amenazar al legislativo. Quienes pueden dirimir aquí sería los miembros del TC, pero por allí también hay serios problemas de credibilidad.