Hollywood ha retratado a muchos líderes de la Casa Blanca —de Abraham Lincoln a John F. Kennedy—, pero pocos vicepresidentes alcanzaron una notoriedad comparable a la de Dick Cheney, quien falleció este martes 4 de noviembre a los 84 años. Su figura fue tan influyente en la política estadounidense que en 2018 inspiró la película “Vice”, dirigida por Adam McKay, una sátira que exploró los entresijos del poder en Washington.
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McKay, conocido por producciones como “The Big Short” (2015) y “Don’t Look Up” (2021), abordó en “Vice” la transformación de Cheney: de funcionario discreto a uno de los hombres más poderosos del gobierno de George W. Bush entre 2001 y 2009.
Christian Bale y el retrato del poder en “Vice”
En la cinta, Christian Bale interpretó a Cheney con un impresionante cambio físico, papel que le valió una nominación al Óscar como mejor actor principal. La película recibió ocho nominaciones a los premios de la Academia, incluyendo mejor película, mejor director y mejor guion original, obteniendo la estatuilla por mejor maquillaje y peinado.
“Vice” se aparta del tono solemne de las biografías políticas tradicionales y utiliza el humor y la ironía para reflejar las decisiones más controversiales de la administración Bush. Uno de los momentos más recordados del filme es la escena en la que George W. Bush, interpretado por Sam Rockwell, ofrece la vicepresidencia a Cheney, un episodio recreado con un enfoque satírico que ilustra su ambición silenciosa y su pragmatismo político.
Del anonimato político a la cúpula del poder
La película repasa los primeros pasos de Cheney en la política estadounidense. En 1963, tras abandonar la Universidad de Yale, trabajó en su natal Wyoming antes de ingresar a la Casa Blanca en 1969, durante el gobierno de Richard Nixon, como pasante.
Allí inició una larga carrera en la administración pública, guiado por su mentor Donald Rumsfeld, entonces asesor económico de Nixon y futuro secretario de Defensa. Su ascenso fue constante: en 1975, bajo la presidencia de Gerald Ford, Cheney fue designado jefe de gabinete de la Casa Blanca, consolidando su reputación como un estratega eficiente y reservado.
La cinta también muestra su primer ataque cardíaco en 1976, un problema de salud que lo acompañó a lo largo de su vida, y su vínculo con su hija menor, Mary Cheney, con quien compartió una relación cercana pese a las diferencias políticas dentro del Partido Republicano.
Entre la política y el poder corporativo
Tras dejar temporalmente la política activa, Cheney fue nombrado director ejecutivo de Halliburton, una empresa energética con sede en Texas, donde amplió sus redes de poder económico. “Vice” parodia este periodo con un falso final en el que se afirma que el exvicepresidente abandonó la política, antes de que el filme retome la historia y muestre su regreso al escenario público.
El segundo tramo de la cinta se centra en los años de Cheney como vicepresidente de los Estados Unidos (2001–2009), etapa marcada por los atentados del 11 de septiembre, las guerras en Afganistán e Irak y su papel en la expansión del poder ejecutivo. Su influencia dentro del gabinete de Bush fue tan grande que muchos analistas lo consideraron “el verdadero poder detrás del trono”.
Un legado tan influyente como controvertido
Más allá de su retrato cinematográfico, Dick Cheney dejó una huella profunda —y polémica— en la historia reciente de Estados Unidos. Sus decisiones en materia de defensa, inteligencia y política exterior redefinieron el rol del vicepresidente en la estructura del poder estadounidense.
A través de “Vice”, Adam McKay ofreció una mirada crítica a esa figura que, lejos de los reflectores, moldeó buena parte de la política global de inicios del siglo XXI. Hoy, con su fallecimiento, el legado de Cheney vuelve a estar en debate: para algunos, un estratega indispensable; para otros, el símbolo de una era de decisiones cuestionadas pero decisivas.
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