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Los últimos días de Makuko dando un recital de cumbia en Italia
mayo 31, 2020
Autor: Victor Palacios

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Tres días antes de morir en París, ‘Makuko’ Gallardo llegó a un local de Torino en Italia, para ser voz principal de un recital de cumbia. Era el 28 de mayo de 2005. El piurano de Pachitea se erigía como el líder de la orquesta «Los ilegales».

Makuko dijo aquella vez: “En estos momentos tengo ganas de llorar de alegría, tengo el corazón henchido”. Agradeció al público por sus aplausos y ánimos en los 33 años que compartió escenario con Armonía 10. “¡Alegría, alegría!”, alentó a los bailadores.

Y era verdad. Alberto Silverio ‘Makuko’ Gallardo Juárez (Piura, 1954) se desvinculó meses atrás de la famosa e histórica agrupación en Perú para probar nueva vida en Europa. Y quedó como un referente, le llamaban «maestro» y con él hicieron música algunos artistas que hasta hoy siguen en Armonía 10, como el Luis «El gato» Bazán, Wilson Israel Chumo, Paul Flores, Carlos Cueto o el propio director Walter Lozada.

Makuko, el primer hijo cantor de María Juárez es para ella el símbolo del artista de barrio, aquel que casi niño y regordete cantaba a escondidas. Las caseras y demás tenderas del mercado de Piura le felicitaban. “El cholito canta lindo”, le decían, y ella recién allí, entre verduras y abarrotes de la década de 1970, entendía las curiosas visitas del señor Juan Lozada, padre de Walter Lozada, preguntando por Alberto: se lo llevaba a ensayar las primeras cumbias de La Primerísima Armonía 10.

María Juárez, en su casa de la calle Napo de Pachitea tiene un retrato grande de él. “Mi Makukito”, “mi Cholito”, le dice, queriéndolo tanto y quizás más desde aquel multitudinario sepelio de junio del 2005, cuando llegó desde Francia 14 días después con el corazón fulminado. De pronto, su mente arrastró décadas hacia 1980:

Un día vinieron a la casa y me dieron una sorpresa. Makuko cantó la canción “Enfermera”.

En un espacio de unos 140 metros cuadrados en la calle Napo, ella aguarda el cariño de sus otros hijos. En el 2017 me contó que se levanta a las once de la mañana desde hace unos años, observa el cuadro de su hijo cantante y sale. Ella, en su poltrona, está allí vigilante, paciente, reflexiva y risueña bajo la misma firmeza materna de hacía muchos años cuando Makuko apareció en la puerta una mañana.

Viejita… ¿otra vez trabajando?

En Torino de 2005, Makuko empezaba una pequeña gira por algunos países de Europa. La última presentación en vivo registrada en video de “Makuko” Gallardo y orquesta fue el 28 de mayo, precisamente. Tres días después fallece en París en la plenitud de su voz, animación y dominio de escena. Su partida se convirtió en una abrumadora noticia para Perú. Su pasión era cantar… “¡Alegría, alegría!”, alentó a los bailadores latinoamericanos cuando se presentó. Varias personas con quien conversé acerca de aquellos meses europeos coincidieron: “Makuko presentía su muerte”.

“Me voy a quedar un tiempo largo…Dios quiera que pronto esté en sus casas para comernos un rico cebichito… ¡Ayayay! ¡Bueno, vamos a hacer música!”, comentó en Torino antes de cantar ‘El cervecero’, y una semana después ya lo estaban velando, ya lo estaban penando al “cervecero de América” en Perú.

Luis “El gato” Bazán, amigo de Makuko, resume así la noticia de su fallecimiento: “Yo fui el primero que recibió la noticia de su muerte. Llamé a Francia. Él me llamaba la “Vieja”. Unos días antes de que fallezca, me llamó y me dijo: <<Grábate un saludo para la familia Rodríguez aquí en París que te va a mandar un regalo. Oe, acá en cada show que hago la gente pregunta “¿y el gato? ¿el gato? ¡Me tienen huevón con el gato!”. Vente, acá la hacemos. Un fin de semana me dicen que cocine, o cante. Y tú eres buen vendedor>>. Grabo el disco. Llamo y me dice la señora de la casa donde se alojaba: “No está Alberto, se ha ido… ha muerto hace media hora”. ¡¿Qué? ¡Wow! Entra la llamada de Alfredo Jamanca, de Promo Exitos. Y mira, cuando muere mi papá, Makuko me da la noticia de su muerte, y cuando él muere yo se la doy a su familia. Llamé a Yolanda, su hermana. Sí, no me lo creía, fue un loquerío2.

En febrero de 2016, cuando fue el sepelio de Percy Chapoñay, uno de los más grandes cantantes que ha tenido la cumbia peruana, sonó la versión en bolero de «Un cigarrillo y un café» en voz de todos los cantantes de Armonía 10 en aquel entonces, frente al cementerio Metropolitano. Entre ellos, el director de la orquesta, Walter Lozada, gritando y llorando pedía que canten con “más fuerza”. “Eran los tres pilares de Armonía 10. ‘Makuko’ Gallardo era el buen cumbiambero de barrio, el «achori»; César ‘Chechi’ Saavedra es el elegante, un poco más serio, y Percy ‘El Chino’ Chapoñay el muy romántico, el sufrido… Eran perfectos”, explicó.

Este 31 de mayo de 2020, a 15 años de su muerte, César Gallardo, hermano de Makuko, le recuerda con estas palabras:

Tu recuerdo sigue aquí como un aguacero de mayo en París, donde viviste tus últimos días. Qué dolor me estás causando con tus engaños, decían tus canciones. Así nos engañaste con tu repentina partida.

Todavía hay muchas historias por descubrir.

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Victor Palacios
Editor web de El Tiempo y La Hora. Periodista y fundador del equipo digital del diario El Tiempo. Comunicador con experiencia en Marketing Digital, Data Analyst, SEO, Web Design, Email Marketing e Ecommerce.
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