Al mantener cerradas dos de las principales operaciones mineras, Las Bambas y Cuajone, el Gobierno deja de percibir US$ 7 millones diarios en impuestos, una situación que no solo afecta a la inversión privada sino a las comunidades ubicadas en torno a las minas, pues el 50% de los impuestos pagados por canon se transfiere a los gobiernos locales y regionales.
La única explicación a este absurdo es el perverso plan del señor Vladimir Cerrón, convertido en el Rasputín del Perú, de empobrecer a las mayorías de escasos recursos económicos a quienes el Gobierno dice defender, pero solo de la boca para afuera.
Pues, para nadie es un secreto que, ante la necesidad de tapar la ineptitud y el lodo de la corrupción que salpica al Ejecutivo, la nueva estrategia del presidente Castillo es poner al país a hablar de la Asamblea Constituyente y Nueva Constitución, aún sabiendo que va a fracasar. Prefiere, sin embargo, dispararse a los pies, para beneficiar al ala extremista de Perú Libre, en su intento de “castigar” al país, creando cada vez más condiciones para ahondar la crisis.
Muestra de ello es, por ejemplo, la designación de actual ministro de Energía y Minas, Carlos Palacios, quien ni siquiera reunía el perfil técnico para ser director regional de Energía y Minas de Junín, pero gracias a Cerrón, fue premiado con el máximo cargo de este sector.
¿Es casualidad poner a un inepto, en un puesto clave como el MINEM, justo cuando el país tiene la oportunidad de aprovechar el alto precio de los metales, para generar trabajo?
Ante un Ministerio inoperante que pareciera interesado en azuzar los conflictos sociales en torno a la minería, el señor Castillo solo calla, casi balbucea proponiendo nueva Constitución. Un 68% de la población se dio cuenta del grave daño que este Gobierno le está haciendo al país al que está empujando al despeñadero, pero él solo se esconde o cierra los ojos a la realidad.
La erosión de la institucionalidad y la gobernanza es tal que, según el exministro Alonso Segura, mientras más avance, más difícil será revertirla.
Conciente de lo verdaderamente urgente (reactivar la inversión privada, minería, el agro, la salud, etc. recuperar la meritrocracia en todos los sectores), la ciudadanía debe cerrarle el paso al enemigo. La demolición del Estado desde el Gobierno no puede continuar ni un día más.