Tras la oleada de protestas radicales en el país, amainadas por el susto de las lluvias, el ambiente político quedó en tensa calma que amenaza romperse tras las recientes acusaciones del empresario constructor Henry Shimabukuro contra la presidenta Dina Boluarte, a quien acusa de haber recibido (y haber callado) importantes aportes a su campaña.
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Por el peso de las acusaciones la Fiscalía incluyó a la mandataria dentro de las investigaciones que se siguen contra Pedro Castillo y Chimabukuro, por el presunto delito de organización criminal. Si bien Boluarte tiene que cargar hoy con sus propios pecados (fue designada por Vladimir Cerrón y ministra de Castillo y no dijo nada), el mérito de la mandataria es haber logrado la “tensa paz social”.
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Boluarte deberá responder en su momento a las investigaciones, pero por ahora, está facilitando la gobernabilidad del país respaldada por la “camaradería interesada” del presidente del Congreso, José Williams, pues ambos -a pesar de todas las protestas y pedidos-, quieren quedarse hasta el 2026. ¿La oposición política olvidará lo que ambos hicieron en el corto gobierno de Castillo? Por lo pronto, ya están tras la Boluarte.