A fin de paliar el impacto de la pandemia de la COVID-19 en la economía peruana, el Gobierno promovió una política pública de financiamiento para evitar el quiebre de las micro, pequeñas, medianas y grandes empresas del país. Su impacto debe contemplarse desde diversas aristas y una de ellas es el alcance logrado con el crédito de cada programa que se ha implementado.
Según Cofide, hasta la primera semana de septiembre, se observa un desempeño más que satisfactorio, por el monto total de créditos otorgados. Reactiva Perú superó los 457 000 desembolsos con garantías del orden de S/ 46 8000 millones. Este alcance abarca las empresas de diversos tamaños del Perú y de todas las actividades económicas. A ello debemos sumar el alcance de los fondos de apoyo empresarial.
La presencia de pequeñas y medianas empresas (pymes) en esta cobertura es significativa en actividad y alcance geográfico. En una situación de crisis sanitaria y económica, con restricciones que afectaron su capacidad de producción y las obligaron a adoptar nuevos modos de trabajo, lo realizado por ellas debe destacarse, pese a que aún falta mucho por hacer, sobre todo respecto a la informalidad.
Los hacedores y ejecutores de la política pública, así como todos los agentes económicos en general, hemos debido aprender a montar sobre un caballo cuyo comportamiento e impacto aún no terminamos de conocer. En ese sentido, debemos resaltar todos los aprendizajes logrados, pocos o muchos, y empezar a reconfigurar políticas y procesos. Es ahí donde tenemos que hallar un factor crítico de éxito.