Debido al ruido de los últimos días surgido en torno al monto que el Estado pagará a las clínicas por la atención a pacientes COVID en los establecimientos privados, muy poco se habla de los miles de asegurados de EsSalud, se sigue postergando su normal atención al haberse suspendido las consultas externas en medicina general y todas las especialidades.

Fuentes de la Red Asistencia Piura aseguran que solo se atiende casos graves o de emergencia y no de manera presencial. El paciente no acude al consultorio, lo hace algún familiar, el médico especialista revisa la historia clínica del asegurado y en base a ello receta.

Es el familiar quien lleva la información del paciente al médico y viceversa, asimismo puede recoger los medicamentos en farmacia.

Antes de la pandemia, solo en el hospital Cayetano Heredia se atendían entre 500 a 600 personas por consulta externa al día. Ahora solo se da el servicio a un promedio de 300, siempre que sean emergencias.

Es inconcebible que en medio de una de las peores crisis económicas, cuando miles de piuranos han visto recortados sus sueldos o sobreviven con la pesadilla de perder el empleo en cualquier momento, tengan que pagar exorbitantes precios en las farmacias, a pesar de que sus empresas aportan puntualmente al seguro social.

No se puede tolerar que al alto riesgo de muerte por COVID-19 se sume ahora el de fallecer por falta de atención médica, mientras hospitales como el de Miraflores continúan literalmente vacíos.

A los altísimos niveles de estrés generados por el miedo al contagio, se suman para los sufridos asegurados la incertidumbre de no saber cómo cubrirán las consultas en clínicas y consultorios privados, porque las atenciones que en justicia les corresponde siguen suspendidas, desde hace más de tres meses.

Nadie pide que vuelvan las habituales aglomeraciones de nuestra antigua normalidad. Si el riesgo de contagio es la razón principal por la que el Ministerio de Salud se resiste a autorizar los servicios, que se restrinja el aforo a la mitad y cada hospital establezca rigurosos protocolos.

Otra opción es habilitar de una buena vez las atenciones en la modalidad de teleconsulta. Lo que no se puede hacer es seguir poniendo en grave riesgo la salud de miles de diabéticos, hipertensos, pacientes de oftalmología, etc.

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