El problema del momento actual es que es cada vez más difícil prestar atención y tomar en cuenta los detalles de cada cosa, de cada evento o de cada anuncio.
Muestra de ello es el pleito por los “fondos” de la Oficina Nacional de Pensiones, sobre cuyo destino se arrojan los afanes de algunos congresistas, quienes demandan, en nombre de un sector de centro cada más fácil de radicalizar, la “devolución” de sus aportes.
El Ejecutivo ha respondido a este clamor de un amplio sector proponiendo bajar la valla etaria a la jubilación y la posibilidad de acceso a S/350 soles mensuales como máximo; pero la respuesta tampoco ha sido del agrado de algunos personajes que azuzan la bandera de que ese poco dinero -poquísimo, en verdad- es apenas un porcentaje de lo que cuesta mantener a un reo en prisión.
¿Cuál es el camino del centro? ¿Qué debemos entender de esta disputa? En principio, que no existe un fondo disponible por la naturaleza solidaria del sistema de pensiones. El dinero de los trabajadores paga a los jubilados. ¿Que en la AFP es distinto? Por supuesto: la ONP no tiene afán de lucro así que solo puede interesarse en que crezca la cantidad de aportantes para fijar una hipotética futura mejora pensionaria.
A la AFP, en cambio, la mueve el lucro y su sistema requiere de todos los ingredientes clásicos de una empresa. Entendidas las cosas, resulta poco viable la propuesta de darle 4.300 soles a cada peruano aportante a la ONP. No solo se desvirtúa su sentido -proteger a quienes ya no pueden trabajar-, sino que crearía nuevo forados económicos que deberán sumarse a la casi impagable cuenta de la reconstrucción nacional.
En vez de pelear por sacar plata de donde no hay, el Congreso podría reformular el sistema pensionario y competir sanamente con el Ejecutivo con una propuesta mejorada, pensar a futuro y en el país entero. Luego de un consenso, se debe trabajar en conjunto en la recomposición económica: la informalidad, la corrupción, la precariedad y la imprevisión deben desaparecer del vocabulario de las entidades estatales. En esa recomposición, debe darse necesariamente un cambio en el sistema pensionario, no solo para que los jubilados sean mejor reconocidos, sino para que la entidad no se convierta en lío de demagogos y de tibios.