La repentina promesa del presidente Castillo expresada recientemente en Lambayeque a representantes de la sociedad civil de Piura, de los médicos y del sector privado, en el sentido de que ahora ya está a favor de que se haga el hospital de alta complejidad mediante la modalidad de gobierno a gobierno, debe ser tomada con pinzas.
Ante un mandatario que en los últimos días, especialmente después de la detención de su cuñada, ha lanzado una evidente y desesperada campaña de ataques y victimización, pero también de reparto de promesas, dádivas; conviene no caer en su juego.
No otro es su propósito al invitar a los mineros informales a Palacio ofreciéndoles decretos a su favor, o reunir a los prefectos para decirles cualquier cosa a cambio de aplauso, ir a Chiclayo con la importantísima misión de inaugurar la obra de un colegio, o el hecho de repetir la cantaleta de que es el presidente víctima de los que no aceptan su elección y no lo dejan gobernar e intentan “quebrar a su familia” por ser campesino.
Con todas estas evidencias de populismo, sería ingenuo creerle a rajatabla cuando dice -según los participantes de la reunión en Lambayeque que en setiembre vendrá a Piura para hacer un anuncio sobre el hospital de alta complejidad.
Ojalá nos equivoquemos y realmente cumplan con esta sorpresiva promesa, que no traiga un discurso barato, sino un decreto supremo bajo el brazo para incluirá la obra en el Presupuesto 2023. Sin embargo, más ahora que nunca, conviene ser prudentes.
No olvidemos que en su primer año de gobierno el presidente simplemente ha venido ignorando a los piuranos que se han organizado para exigirle respeto y no discriminación a la región, en el tema de la salud. Castillo desairó a las autoridades piuranas, representantes de los médicos y de diversas instituciones el día en que se movilizaron coincidentemente la mañana en que él vino a Piura a inaugurar un centro de salud en Huancabamba. ¿Qué lo hizo cambiar de repente?
“Ver para creer” es lo que acaban de decirle -a través de El Tiempo- los agricultores de la región a un Castillo que el pasado 15 de agosto, en lugar de darles una salida a la falta de urea y agua, prefirió ir a Sechura a reiterar su desgastada promesa de una planta de fertilizantes, sin decir de dónde saldrá el presupuesto ni cuándo se ejecutará.
No sorprendería entonces que en pocos días, y ante la presión de los gremios, colectivos y autoridades piuranas que ya hablan de un paro o huelga regional ante tanta mecida por parte del mandatario, intente poner paños fríos con una de sus acostumbradas promesas huecas.
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