Tal como se esperaba, y ahora que el país enfrenta a una segunda ola de contagios del COVID-19, es indispensable que el Ejecutivo, a través de sus ministerios, especialmente el Minsa, en coordinación con las autoridades regionales, municipalidades y la población en general sumen esfuerzos para respetar el toque de queda de 7 p.m. a 4 a.m., incrementar la drasticidad en el cumplimiento de las normas sanitarias, los aforos mínimos en los establecimientos públicos y privados; así como poner fin de manera tajante a las reuniones familiares, amicales y actividades de diversión en discotecas, bares, casinos, cines, entre otros.
El primer mandatario, Francisco Sagasti, ha sido muy claro: los peruanos ya no estamos en una fase de rebrote, enfrentamos el inicio de una segunda ola porque los contagios están subiendo rápidamente. ¿Hasta cuánto se elevarán las cifras de infectados, hospitalizados y fallecidos? ¿Frenaremos la ola? Eso depende del nivel de responsabilidad con que actúen en las siguientes semanas el Estado, en los diversos niveles de gobierno, y los ciudadanos.
La buena noticia es que, a diferencia del año pasado, esta vez independientemente de las medidas adoptadas, la balanza en la guerra contra el enemigo invisible se irán inclinando cada vez más a favor de los peruanos, conforme vayan llegando los lotes de vacunas.
Hace bien la ministra de Salud en ser clara al advertir que si bien este año la vacunación nos permitirá ir reduciendo los contagios, ello no significa bajar la guardia y (como viene haciendo muchos inescrupulosos) descuidar el distanciamiento social, el uso correcto de la mascarilla y el constante lavado de manos. Todo lo contrario: ver por fin una luz al final del túnel debe traducirse en una gran motivación para extremar el autocuidado por parte de los ciudadanos. Si autoridades y gobernados no le fallamos al país y a nuestros seres queridos, en pocas semanas veremos menos contagios y mayor posibilidad de ayudar a que los servicios de salud no colapsen y que el personal médico salve mayor cantidad de vidas.
Ojalá la experiencia adquirida en más de nueve meses de autocuidado por parte de los peruanos, y de gestión de la crisis por parte del Estado, den los resultados que todos esperamos.