Hace 24 años, a las 3:23 p.m. del 22 de abril de 1997, tres fuertes detonaciones irrumpieron en el cielo de Lima. En ese instante una fuerza de élite dio término a la pesadilla que había comenzado 126 días antes cuando un puñado de integrantes del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA), liderados por Néstor Cerpa Cartolini, tomaron en rehenes a los invitados que celebraban el cumpleaños del emperador de Japón en la residencia de su embajador en Perú, Morihisa Ahoki.
La operación Chavín de Huántar liberó a 72 de los 73 rehenes – diplomáticos, ministros, viceministros, generales, jueces y vocales – que permanecían en esta casa de San Isidro desde el 17 de diciembre de 1996. En el rescate murió uno de los rehenes, el vocal supremo Carlos Giusti Acuña, además del comandante EP Juan Valer y el teniente EP Raúl Jiménez y los los 14 miembros del MRTA.
La Operación Chavín de Huántar había sido considerada de alto riesgo y después fue reconocida a nivel mundial. Fue llevada a cabo por comandos de la Dirección de las Fuerzas Especiales (DIFE) del Ejército. El personal seleccionado para formar parte del rescate fueron 140 militares especializados en intervenciones rápidas y con amplios conocimientos en el manejo de explosivos. Además de expertos francotiradores y hábiles en la lucha de cuerpo a cuerpo.
La clave para poder realizar esta operación con éxito era que estos comandos tenían que conocer al enemigo: determinar el tipo de armamento y los explosivos que poseían, cuál era el verdadero número de sus efectivos y hasta dónde estaban capacitados estos para luchar.
A las 3.23 p.m. cuando ocurrió la primera detonación, los emerretistas estaban jugando fútbol en el comedor de la residencia del embajador Ahoki. Algunos murieron en el acto, otros como Cerpa y Rolly Rojas corrieron hacia la escalera donde estaban sus armas.
En ese instante se produjeron otras dos explosiones y por esos forados, que venían de la red de túneles construidos, comienzan a aparecer comandos fuertemente armados que dan inicio a un fuego cruzado donde mueren los dos militares y demás terroristas. Giusti fue herido en la pierna y a pesar de que salió con vida de la residencia falleció poco después.
Durante los casi cuatro meses que duró el secuestro, este comando alquiló cuatro casas a la espalda de la residencia del embajador Ahoki. Una de ellas funcionaba como base, mientras que el cuartel general estaba en las instalaciones de la Marina en la Av. Salaverry. La construcción de ocho túneles era un secreto a voces.
Doble juego
Mientras las fuerzas militares planeaban este operativo, el presidente Alberto Fujimori nombró a un grupo de personas para que conversen con el MRTA. La Comisión de Garantes buscaba una salida pacífica a esta crisis de rehenes.
La comisión estaba integrada por el embajador de Canada, Anthony Vincent, monseñor Juan Luis Cipriani, Michel Minning jefe de la delegación de la Cruz Roja Internacional. Además del Ministro de Educación, Domingo Palermo Cabrejos, su asesor Antonio Payet, y de parte de los guerrilleros del MRTA cuyos representantes eran Néstor Cerpa Cartolini y Rolly Rojas. El movimiento revolucionario pedía, entre otras cosas, la liberación de presos, algunos de ellos con cadena perpetua. Inicialmente la lista tenía 431 nombres y después de algunas semanas, esta se redujo a 20.
El día del asalto, la Comisión de Garantes se reunió con el presidente Fujimori para hablar del deterioro de la situación pero en ningún momento el mandatario informó sobre la operación militar que se tenía planeado para esa tarde. Horas después, los integrantes de la comisión sorprendidos escucharon al presidente Fujimori: “Lamento, señores garantes, haber tenido que tomar una decisión que yo no podía comunicar a ustedes”.
Durante el tiempo que duró la crisis de los rehenes hubo 2,166 periodistas del mundo que estuvieron acreditados para cubrir todo lo que acontecía en esta casa de San Isidro construida a imagen y semejanza de la casona de la película ‘Lo que el viento se llevó’.
Fotos y redacción: Caretas