A pesar de que en un inicio las lluvias beneficiaron al riego de más de cinco mil hectáreas de arroz sembradas por la campaña grande en San Lorenzo, ahora, tras las continúas precipitaciones, existe un alto riesgo de perderse la producción de este cereal.
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Son más de cuatro mil productores arroceros que afrontan una grave crisis económica, quienes piden al Gobierno Central ayuda urgente con maquinaria para rehabilitar los canales y drenes, y a la vez un bono para dinamizar la economía del sector agrario afectado por la temporada lluviosa.
El presidente del frente de arroceros de la zona alta, José Nole, manifestó que el arroz se encuentra en la etapa de maduración y, debido a las intensas lluvias, ha aparecido la plaga al grano conocida como “el carbón”. Además, la abundante agua daña al arroz y cuando pasa por los molinos sale quebrado, lo que disminuye la cantidad de producción.
La cosecha de arroz empezará a fin de mayo y costaría hasta 250 soles el saco, debido al incremento del costo de producción y a las pérdidas que han tenido durante el proceso de siembra.
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En Vichayal
Otra zona afectada por las lluvias es el sector de Vichayal. El presidente de la Comisión de Regantes de Miguel Checa, Santos Mondragón, señaló que las pérdidas siguen siendo cuantiosas y son los mismos sectores los que se perjudicaron en el primer desembalse, pero ahora con más hectáreas de cultivo, por lo que pidió el apoyo inmediato del Gobierno Central con maquinaria y motobombas.
“Estamos viviendo una situación muy difícil: tenemos préstamos, créditos con bancos, otros agricultores han tenido que invertir con sus propios ahorros y ese dinero ya no lo podrán recuperar. En una hectárea de arroz son cerca de 10 mil soles de inversión; además, se debe esperar nueve meses para cosechar. ¿A dónde vamos a ir con nuestras familias?” manifestó.
En Somate Bajo
Mientras que en Somate Bajo, 50 hectáreas de arroz también fueron afectadas por la gran cantidad de agua que ingresó a los arrozales tras el desborde del río en las zonas bajas.
Así también, los pobladores temen que el agua se termine de llevar las más de 300 hectáreas que recién han sembrado.