Los gremios de transporte público tienen razón de estar intranquilos por el alza de combustibles.
Igual lo está el resto de piuranos que deben hacer mercado, pagar deudas o vivir a salto de mata por la inseguridad en las calles; sin embargo, esto no es motivo para que ese derecho a la protesta y a la paralización que hoy inician los gremios, conviertan las pistas en campos de batalla, en bloqueos intransigentes o en escenarios del delito y la extorsión.
Los transportistas están en su derecho de expresar pacífica y públicamente, con marchas y pancartas, su desazón por la pasividad e ineptitud del gobierno, pero ese derecho se transmutará en delito si se intenta impedir el libre tránsito del resto de piuranos; si aprovechándose de las furibundas masas implantan el caos o alientan el vandalismo.
Un poco de respeto y tolerancia con quienes no tienen nada qué ver con su protesta no está demás; después de todo, los transportistas como agricultores, comerciantes, trabajadores, estudiantes y comerciantes, están en el mismo bando y cada quién intenta sobrevivir con su trabajo a la crisis que nos salpica desde el exterior y por la ineptitud de quienes gobiernan.
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