Justo cuando el gobierno de Martín Vizcarra aprueba y publica el DS para la reactivación de las actividades económicas en forma gradual y progresiva dentro del marco de la emergencia, al gobernador regional, Servando García, se le ocurre la genial idea de pedir inmovilización social estricta por siete días. En términos sencillos: mantener encerrados a los piuranos por una semana.
¿Qué le hace pensar que los piuranos se quedarán esta vez en sus casas, si ni con multas, prisión o a cachetadas han obedecido el confinamiento? ¿Qué le hace suponer que esta vez la Policía y las FF.AA. harán respetar la medida, si muchos efectivos temen enfermarse y ya se echaron al dolor de dejar hacer a los piuranos? Y lo más técnico: ¿Cree que funcionará esta inmovilización de una semana para frenar el avance del coronavirus?
Lo real es que el COVID-19 se ha diseminado y Piura sigue siendo la más vulnerable. Aquí el sector salud ya colapsó, no hay ni bolsas para los cadáveres y menos personal médico que resista la avalancha de pacientes. Lo único que se nos ocurre es que con esta medida dejen de atiborrar los hospitales y que las personas mueren silenciosamente en sus casas; además de acallar toda crítica.