El discurso de Mirtha Vásquez ante el Congreso ha sido, en líneas generales, conciliador y positivo, pero aún con semejantes características deja para el comentario muchos puntos sin resolver. Quizás uno de los temas más sensibles y sobre los que no se ha dicho nada es el de la asamblea constituyente. Para la derecha y la oposición en general, es un asunto importante porque clarifica las intenciones del Ejecutivo.
Al final de la jornada de ayer, interrumpida abruptamente por el fallecimiento del congresista oficialista Mario Herrera Mamani, ha quedado explícita la idea de que el Ejecutivo busca transitar una línea mucho más racional y mesurada que la pretendida por el gabinete liderado por Guido Bellido. A diferencia del equipo antecesor, hay una voluntad visible de querer ejecutar los planes mayores de gobierno sin ir a una confrontación innecesaria con los sectores menos progresistas de la política nacional. Habría sido mucho más positivo que la premier fuera más explícita en lo concerniente a la ya mencionada asamblea constituyente -un tema que marca la división fundamental entre el oficialismo y la oposición-, así como en lo relativo a la renegociación de los contratos, otro asunto sensible sobre el que la derecha conservadora se ha mostrado intransigente con la anuencia de la gran prensa.
A pesar de los silencios referidos, creemos que el mensaje general del Gobierno no habría sido muy distinto de cualquier otra propuesta orientada a la reconstrucción de aspectos básicos de la economía, la salud y la educación. De hecho, recoge muchos planteamientos hechos por especialistas, como el que recomienda trabajar por el pronto regreso a las aulas en el 2022, o el reordenamiento tributario en un escenario de crisis como el actual. Es muy probable que, en las actuales circunstancias y por las razones mencionadas, el Congreso sí otorgue la confianza al gabinete Vásquez. Será el escenario posterior a ello el que debería preocupar a políticos, periodistas, analistas y ciudadanos, pues es seguro que lo que se venga es una serie de interpelaciones y censuras, algunas de ellas muy justificadas.
¿Serán los buenos modales de Vásquez insuficientes para frenar una nueva etapa de conflicto político? ¿La izquierda en el poder desistirá de su proyecto mayor, el cambio de Constitución, a cambio de mantener la armonía entre las bancadas?