Hay cuarenta casos de corrupción investigados por el Consejo Regional de Piura. Prácticamente, la totalidad de los mismos han sido sacados de los informes de la prensa, lo cual indica la importancia de la labor periodística para equilibrar la balanza del poder político, más aún cuando ese poder intenta pasar por encima de las reglas de juego y se ejerce abusivamente.

No obstante, llama la atención que de estos casi cuarenta casos haya poco avance. Son muchos, afirma el Consejo, y son pocas las manos. Es probable que lleguemos al fin de este periodo con mucho por resolver. Además, ¿quién se atrevería a decir que no habrá más casos en el futuro y que la prensa no seguirá alertando de ellos? Hay que mejorar los mecanismos de control, o solicitar la intervención de otras instancias, pero no podemos dejar que la falta de recursos, de tiempo o la desidia se impongan y termine todo en un archivero, escondido bajo el polvo de la impunidad. La ley no es el adorno intelectual de una sociedad, sino un imperativo inexcusable.

Evidentemente, la gestión de Servando García no es la única marcada por la corrupción. Ya hemos visto en anteriores gestiones casos que nunca se resolvieron del todo y los consejos tampoco tuvieron tiempo o voluntad política de resolverlos y remitirlos a otras oficinas. Hemos visto desfiles de contrataciones extrañas, favoritismos, etc., y poco o nada de la justicia. Dicho esto, ¿tenemos que resignarnos?

Así como se matan las moscas a periodicazos, portada tras portada, la corrupción seguirá siendo nuestro principal enemigo; la corrupción y quienes la avalen o se hagan de la vista gorda serán nuestros blancos. El mismo Consejo Regional ha reconocido que, más allá de su trabajo, ha sido la prensa y las organizaciones civiles las que han puesto sobre el tapete los temas más picantes, lo que nos indica que estamos en el camino correcto y que debemos seguir apostando por una línea de abierta lucha contra ese cáncer que corroe a las instituciones.

Estaremos también vigilando el actuar del Consejo porque no queremos que las denuncias caigan en saco roto y se impongan nuevamente el silencio y el olvido. A trabajar se ha dicho.