¿Es corrupción? Esta se define como el uso inadecuado del poder para obtener beneficios personales y privados.
Cuando se pretende emplear influencias políticas para desacreditar a la titular de la Autoridad para la Reconstrucción solo porque esta no aprobó unos sobrecostos exagerados, ¿también es corrupción? Pedimos a las autoridades competentes que evalúen esta situación pero, sobre todo, que haya sanciones, porque los ciudadanos estamos hartos de que ciertos individuos con algunas prerrogativas o cuotas de poder intenten torcer el correcto andar de las instituciones para hacer cumplir sus caprichos o sus 26 millones de motivaciones.
Parece que en el Gobierno Regional hay muchos interesados, empezando por el gobernador, en que la ARCC funcione de otra manera, que sea menos exigente en sus requerimientos, que funcione según la ocasión y que reconozca cualquier gasto. Hace poco estalló un escándalo, cuando el exgerente del GORE -hoy en prisión- Jesús Torres Saravia fue señalado por otros funcionarios de mover sus influencias para que se concreten negocios bastante sucios con un consorcio, aún en perjuicio del Estado.
¿Estamos ante una situación similar, en que se pretende beneficiar a alguien a costa del daño que se pueda causar a las finanzas públicas? Las autoridades competentes, repetimos, tienen que resolver esto y los malos servidores públicos, si fuera el caso, deben pagar las consecuencias de sus acciones.
En estos tiempos difíciles es importante que las autoridades sepan construir confianza, que sean transparentes y no se dejen llevar por apetitos personales o ajenos a la marcha general del Estado. Quienes pierden con estas presuntas malas acciones son los ciudadanos, los que esperan obras y desarrollo, pero a cambio solo obtienen decepciones y atraso. Nuestra época no es calma, está teñida de crispación, de sospecha y de otros sentimientos que impiden que la convivencia sea sana.
Nuestras autoridades regionales, a poco tiempo de dejar el cargo, no pueden irse dejando tras de sí una cadena de promesas incumplidas y, peor aún, una fila de cabezas cortadas en nombre de intereses que no tienen nada que ver con su gestión. Sr. García, señores funcionarios, que nuestra decepción no sea mayor.