A puertas de las elecciones de 2026, con 42 partidos políticos habilitados para participar, los peruanos no solo tendrán que elegir un nuevo presidente, sino también senadores, diputados y parlamentarios andinos, entre un cúmulo de más de 10 mil candidatos.
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Sin embargo, los recientes resultados de la prueba PISA revelan que el 50 % de estudiantes de 15 años no comprende lo que lee y el 70 % solo resuelve operaciones básicas, lo que pone en duda la preparación de los nuevos votantes jóvenes para un sufragio informado.
La educación pública en el Perú atraviesa una crisis estructural que el Estado no logra resolver. Con una brecha de infraestructura educativa calculada por el MINEDU en S/ 158,832 millones y el 16.2% de colegios en riesgo de colapso, el panorama es desolador. A esto se suma que solo 3 de cada 10 colegios públicos (69,244 instituciones educativas a nivel nacional hasta 2024) acceden a servicios básicos como agua, desagüe y electricidad simultáneamente. ¿Cómo pueden aprender nuestros niños en estas condiciones?
Mientras el Estado abusa de la educación virtual, la cual evita que los alumnos mejoren su nivel educativo e impulsa la deserción escolar, los resultados en las pruebas de desempeño confirman lo que todos los peruanos sospechan: la educación pública no está formando ciudadanos preparados. Las pruebas PISA 2022 revelaron que 7 de cada 10 estudiantes peruanos no alcanzaron el nivel mínimo en matemáticas, y que 5 de cada 10 no entienden lo que leen. Esto no se repite en las escuelas privadas, donde el nivel educativo es ligeramente superior. Según el referido examen, 6 de cada 10 alumnos de colegios privados tuvieron un desempeño satisfactorio en matemáticas y 7 de cada 10 entienden lo que leen.
Mientras los colegios públicos evidencian severas deficiencias, las instituciones privadas parecen ofrecer mejores resultados. ¿Por qué la educación se condiciona al poder adquisitivo de las familias? ¿Acaso no todos los peruanos merecen una educación pública de calidad? ¿Será que a nuestra clase política le conviene seguir gestando ciudadanos poco preparados y sin capacidad de discernimiento?
Aparentemente, la brecha entre los resultados obtenidos en las pruebas PISA 2022 entre los colegios públicos y privados refleja que el acceso a una educación de calidad está condicionado por la capacidad de pago de las familias. Mientras las escuelas privadas cuentan con mejores infraestructuras, docentes capacitados y materiales adecuados, en las instituciones estatales los estudiantes deben lidiar con aulas en mal estado, falta de libros y profesores mal remunerados.
A puertas de las elecciones generales de 2026, es válido cuestionarse: ¿A quién le conviene un sistema educativo público deficiente? Tal y como mencionó el presidente de la Asociación de Contribuyentes del Perú, José Ignacio Beteta, cuando la población carece de herramientas para el pensamiento crítico, es más susceptible a los discursos populistas y las promesas vacías. Un ciudadano que no entiende lo que lee difícilmente cuestionará las propuestas de caracter populista de un candidato y, mucho menos, exigirá rendición de cuentas.
“Si realmente se quiere transformar el país, la educación debe ser la prioridad. No basta con asignar presupuesto, es necesario ejecutar de manera eficiente los recursos, mejorar la capacitación docente y reformar el modelo educativo”, sentenció.











