El gobierno de Pedro Castillo utiliza la mentira, victimización y engaño como estrategia política para confundir a los cándidos y mantener tranquilos a los adeptos.
Hasta ahora le ha dado buenos resultados, pues mienten con descaro, como cuando dijo que no cobraría sueldo; que se malograron las cámaras de palacio; que no usaría el avión presidencial o que la prensa extranjera pidió exclusividad.
Lo curioso es que esas mentiras palaciegas y ministeriales -sazonadas con discursos lastimeros de discriminación y victimización-, son las que hasta ahora les han permitido sobrevivir y sostener un débil y cuestionado gobierno que en un año no ha podido echar andar al país, no ha generado trabajo, menos inversión pública o privada. Por el contrario, la pobreza y el fantasma de la inflación y la desaceleración son los que se van materializando con más fuerza.
Todas estas maniobras desesperadas nos llevan a concluir que la moral no aplica al gobierno de Castillo, por el contrario, la mentira, la manipulación y el engaño se ha convertido en la única herramienta de que disponen para mantenerse en el poder y de paso, seguir embaucando a muchos peruanos.
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