Por sí muchos no recuerdan, en el 2004, la OEA activó la Carta Democrática para poner el pecho por el ex presidente Alejandro Toledo, acusado (al igual que Pedro Castillo) de una serie de actos de corrupción en su gobierno.
Por esa época, Eliane Karp, acuñó la célebre frase: “mi cholo es sano y sagrado”. Toledo alzó con más de US$ 31 millones y por eso está a punto de la extradición.
En los últimos 20 años, muchos han sido los presidentes que optaron por esa manoseada táctica de “victimizarse”, negar lo evidente y culpar a otros de sus acciones ilícitas; Lo hizo Alan García; Ollanta Humala y también Martín Vizcarra; por tanto, Castillo no está descubriendo la pólvora, y utilizando a la OEA para torcer evidencias y salvarse de las siete investigaciones de Fiscalía.
Lo que ahora pretende Castillo es evadir la justicia; quiere ganar tiempo y desestimar las investigaciones argumentando que le preparan un artero “golpe de Estado”. Sí bien la OEA puede intervenir como mediador en un país, lo que no deben olvidar los esbirros de Castillo es que el Ministerio Público es autónomo y la OEA no tiene injerencia en ella para borrar lo que es evidente e inmoral.
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