Aunque parezca increíble, un simple bostezo estuvo a punto de costarle la vida a una mujer de 36 años. Lo que para la mayoría es un acto común y automático, para la británica Hayley Black terminó siendo una de las experiencias más aterradoras de su vida.
PUEDES LEER ► ChatGPT sube de precio en Perú: versión Plus dejará de costar $20 desde octubre
¿Qué ocurrió aquella noche?
Mientras preparaba el biberón de su recién nacida, Hayley bostezó de manera instintiva y de inmediato sintió como si una fuerte descarga eléctrica recorriera la mitad de su cuerpo. En cuestión de segundos, quedó parcialmente paralizada. “Mi brazo se quedó rígido en el aire, como si me atravesaran chispas. Supe al instante que algo muy serio pasaba”, relató al diario The Mirror.
Su esposo pensó al principio que estaba exagerando, pero ella insistió en que llamara a una ambulancia. El trayecto al hospital fue un suplicio: cada movimiento del vehículo le provocaba un dolor insoportable, como si su columna se partiera en pedazos.
En un inicio, los médicos no lograban identificar la causa. Tras varios estudios, descubrieron que dos vértebras de su cuello (C6 y C7) se habían desplazado violentamente hacia la médula espinal debido a la fuerza del bostezo, ocasionando una grave lesión. Los especialistas le advirtieron que tenía apenas un 50 % de probabilidades de sobrevivir.
La mujer fue sometida a una delicada cirugía en la que se le retiraron los discos dañados y se le estabilizó el cuello con una placa metálica. Aunque la intervención fue exitosa, el proceso de recuperación fue largo: pasó meses en silla de ruedas y tuvo que reaprender a caminar.
PUEDES LEER ► Viral: Influencer se baña en aguas residuales creyendo que era espuma marina
Un cambio de vida irreversible
La situación transformó por completo su vida familiar. Con un bebé en casa, su esposo debió asumir el rol de cuidador principal y, durante un tiempo, incluso llegaron a quedarse sin hogar.
Aunque logró recuperar la movilidad, Hayley quedó con secuelas permanentes: dolor crónico, fibromialgia y la necesidad de medicación diaria. “Si no la tomo, cada paso que doy me provoca descargas eléctricas por toda la columna y hasta la cabeza”, explica.
Hoy, hasta un simple bostezo le genera pánico. “No puedo hacerlo sin sentir que algo volverá a salir mal”, confiesa. Esta condición le ha impedido realizar ejercicio, cuidar plenamente de sus hijos y mantener un empleo estable, ya que con frecuencia necesita ausentarse por la enfermedad.
De víctima a voz de apoyo
A pesar de las dificultades, Hayley decidió transformar su experiencia en un mensaje de apoyo a quienes padecen dolor crónico. Ahora comparte su historia para alentar a otros a no rendirse y, sobre todo, a insistir en buscar atención médica cuando algo no se siente bien.
“No tienes que ser un héroe ni una inspiración. Simplemente afrontas cada día como puedes”, afirma. Aunque vive con limitaciones y miedo de que el episodio se repita, agradece estar viva y haber encontrado una nueva forma de dar sentido a su experiencia.











