Los católicos, que por estos días de ajetreos están estresados pensando en el pavo y el panetón, deben saber que la cena no es solo una comida, sino un rito de alegría que rompe el ayuno y celebra la luz que nace en la oscuridad.
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En efecto, la Navidad no es solo una fecha en el calendario de regalos y comilonas; es también un ritual de sabores que cuentan nuestra historia.
Cuando nos sentamos a la mesa, el pavo -aquel «manjar de Indias» que los aztecas legaron al mundo-, tiene un significado, al igual que el panetón de los italianos, el chocolate caliente de los cusqueños que nació para sostener el cuerpo y también el champagne francés como signo de alegría y victoria.
Lo lamentable es que este simbolismo sagrado, en los últimos años, está siendo profanado por la ambición de muchos zamarros que aprovechan la tradición y la festividad para sorprendernos con productos ‘bamba’ y el disfraz de las «ofertas».
A pesar de ello, la ocasión se presta para explicar el origen y el significado de estos cuatro pilares de la Navidad, haciendo votos para que este año el chocolate sea puro, el panetón sea honesto y que nuestra indignación sirva para que lo barato no nos termine saliendo caro, mucho menos llevándonos a un hospital.
1. El pavo: El “Manjar de Indias”
Origen: Es un aporte de América al mundo. Los aztecas lo llamaban guajolote y los españoles lo llevaron a Europa en el siglo XVI bajo el nombre de “gallina de Indias”.
Antecedente: En Europa, las cenas de lujo solían ser de ganso o pavo real, pero el pavo americano era más grande, rendidor y se engordaba más rápido. Su popularidad se selló cuando los colonos en Norteamérica (Acción de Gracias) y la aristocracia europea (como el rey Enrique VIII) lo adoptaron como el ave oficial de las grandes fiestas, aunque en los hogares humildes este es reemplazado por la gallina, el cerdo o el plebeyo pollo a la brasa.
Significado Católico: Representa la abundancia y la gratitud. Al ser un animal que puede alimentar a familias numerosas, simboliza la generosidad de Dios y el deseo de compartir la bendición del nacimiento de Jesús con todos los presentes.
2. El panetón: La herencia de Toni
Origen: Nace en Milán, Italia. Una de las leyendas más famosas dice que fue creado por un joven llamado Toni (Il pane di Toni), quien improvisó un pan dulce con sobras de frutas y mantequilla para salvar un banquete de la corte de Ludovico el Moro.
En el Perú: Llegó con los inmigrantes italianos. Fue Pietro D’Onofrio quien, en la década de 1950, compró la patente de la receta original de Milán (Alemagna) y la adaptó al gusto local, cambiando la forma achatada por la acampanada que conocemos hoy y que ha dado origen a cientos de marcas, sabores y sinsabores.
Significado Católico: El pan es el símbolo central del cristianismo (“El Pan de Vida”). El panetón, al ser un pan “enriquecido” con frutas y azúcar, representa la alegría extraordinaria y el carácter festivo de la llegada del Salvador.
3. El chocolate caliente: La bebida del ayuno
Origen: El cacao es de origen americano, pero la tradición de tomarlo caliente en Navidad tiene raíces coloniales. Antiguamente, el 24 de diciembre era un día de estricto ayuno y abstinencia para los católicos.
Antecedente: Para resistir hasta la “Misa de Gallo” (a medianoche), se permitía tomar una bebida nutritiva que no se considerara alimento sólido. El chocolate caliente se convirtió en la opción ideal. En el Cusco virreinal, esta costumbre se arraigó con fuerza por el frío de la sierra, extendiéndose luego a todo el país, aunque a los piuranos los haga sudar a mares y les asegure una patada de mula a la vesícula.
Significado Católico: Representa el consuelo y el calor familiar. Es la bebida que “despierta” a los fieles para la vigilia y simboliza la dulzura de la buena nueva.
4. El champagne: El brindis de la victoria
Origen: Proviene de la región de Champaña, en Francia. Su invención se atribuye popularmente al monje benedictino Dom Pérignon en el siglo XVII.
Antecedente: Durante siglos, esta bebida espumosa estuvo reservada para la coronación de los reyes de Francia en la Catedral de Reims. De ahí pasó a ser el símbolo de cualquier gran triunfo o celebración importante en la alta sociedad. Los piuranos creativos lo reemplazan o aderezan con la cerveza o el vino.
Significado Católico: El vino espumoso evoca la resurrección y la vida eterna. Al descorcharlo, el sonido y las burbujas comunican júbilo. Para el católico, el brindis es un acto de comunión y alegría por la victoria de la luz (Jesús) sobre las tinieblas.











