Incendios, sequías y huracanes son los desastres que escondió la pandemia, una auténtica bomba de relojería de consecuencias ya visibles en el mundo.
Fue todo un espejismo. Animales salvajes por el centro de alguna capital, cielos limpios y mares cristalinos: la pandemia ofreció un falso alivio a un planeta profundamente herido. La última frontera, América, ha sufrido en 2020 sus peores incendios, prolongadas sequías y huracanes.
El continente con mayor diversidad del mundo se deteriora entre la inacción de algunos Gobiernos, el negacionismo de otros y la fuerza irremediable de un cambio climático acelerado por la acción humana. Una auténtica bomba de relojería de consecuencias ya visibles.
Este 2020 pasará a la historia como el año del SARS-CoV-2, pero también como el de la temporada récord de huracanes en el Atlántico, la peor sequía en Suramérica de las últimas décadas y los incendios devastadores en dos de las mayores reservas naturales del mundo: la Amazonía y el Pantanal.
Las llamas también se volvieron a cebar con el oeste de Estados Unidos y otros puntos de la Tierra, como Australia, Siberia y los bosques tropicales de Indonesia. El COVID-19 escondió, en parte, estas catástrofes medioambientales que cada vez son más frecuentes.
El futuro inmediato no es nada alentador.
Datos
* La devastación en el mayor bosque tropical sigue acelerándose. En el último año ha ardido más superficie de selva, pero el impacto mediático internacional ha sido infinitamente menor.
* La temporada de huracanes de este año en el Atlántico ha sido extremadamente feroz en el continente.