Por: Gerardo Cabrera Campos – Fotos: Familia Lozada/Cortesía
Días antes de morir, Walther Lozada Floriano empezó a hablar de la muerte. El 25 de julio del 2022 a las 3:50 de la tarde una cirrosis hepática se llevó la vida de quien fue fundador y líder de Armonía 10: la icónica agrupación de cumbia peruana que empezó a formarse entre las calles de arena del barrio San Martín de Piura en 1972.
El 25 de julio del 2022 a las 3:50 de la tarde se marcó un hito trágico para las páginas de la música peruana en el segundo piso del Hospital Guillermo Almenara, en Lima, exactamente en la cama 17 de la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) – Nivel 3.
A sus 61 años, Walther Lozada murió y dejó un legado como arreglista, director, compositor, productor y líder de una orquesta que se puede escuchar en el asentamiento más pobre y en el salón más refinado del mundo.
-Solamente falta un arreglista allá arriba para cantarle al Señor. Y ahí faltaría yo –dijo Walther Lozada días antes de fallecer.
Con este tipo de frases, entre las medicinas, las oraciones y la esperanza, él marcaba las conversaciones reflexivas y tristes de sus últimas horas. El sufrimiento era incalculable.
Pese a todo, Katia, la menor de sus hijas, recuerda que Walther falleció en paz, rodeado de sus seres más íntimos y algunos músicos que actualmente son parte de Armonía 10.
“Se reconciliaron con César ‘Chechi’ Saavedra y con Danny Delgado (ambos reconocidos excantantes de la agrupación)”, redondea Bianca, su hija mayor.
“Ya estás con tu hermano Wilmer Chiroque, hermano de toda tu vida, tu mano derecha; con tu amigo Makuko, con Percy Chapoñay, y con tu amigo Higinio (Capuñay). También estas con tu cumpa Alfredo (Jamanca). Dios los bendiga y los tenga en su gloria”, fueron las palabras de Arturo Lozada, su primer hijo.
Para Arturo, Bianca y Katia, sus tres hijos con Nancy Silupú, Walther Lozada partió en un momento importantísimo de su carrera y creación musical, y en plena renovación tecnológica y logística de Armonía 10, y que, a pesar de ser un hombre de perfil bajo ante los medios de comunicación o las redes sociales, la gente sí reconoce su trabajo: un trabajo sobre el cual hablé con él en su última entrevista en vida a un periodista el 4 de abril de 2022 por la noche, fecha en que se le notaba ya la debilidad de las palabras, pero con la autoridad de su inevitable protagonismo.
Entrevista a Walter Lozada
¿Cómo nace el nombre “Armonía 10”?
–Fue entre los años 1973-1974. Había un restaurante frente a donde actualmente está Metro de San Eduardo en Piura. El local se llamaba Manhattan. Nosotros tocábamos en el Manhattan, porque los carros de CIVA (de la familia Ciccia) que venían de Colombia, Venezuela, pasaban por ahí.
En ese tiempo salieron los antiguos integrantes de la agrupación y vienen los músicos “Telly” Pazos y Marco Flores y César Aranda en la voz; Wilmer Peña en la guitarra; Villacorta “Ñato”, William Chumo Peña, el timbalero; Walther Lozada en el piano; la trompeta, Ernesto Dediós en el trombón; “Pele” Rómulo Carrera en la trompeta… Nos juntamos en el Manhattan y veíamos que los muchachos ya no querían llamarse “Los Blanders”, porque era un nombre de los que se fueron. Un día, antes de tocar, empezamos a buscar nombre: “Melodía musical”, “Pentagrama musical”, “Constelación” “Magia negra”. Varios nombres. Dentro de esos “Telly” Pazos dijo: “Armonía…”. Yo dije: “Oye, armonía está bien, pero falta algo”. Y, como éramos 10, yo dije: “¡10!”. Y ahí quedó.
¿Cuál es su legado?
–En el transcurso de los años, como director musical y pianista, me convertí en productor musical. Dios me dio el don de escuchar una canción y decir: “Esta canción es para ti, está otra para ti”. Y de esto tengo un montón de alumnos, hasta ahora. Roberto Moreno, Martín Pérez, el mismo Tony Rosado, quien trabajó conmigo 11 años, Carlos Cueto, Carlos Soraluz, entre otros… Son músicos que han hecho historia con los temas que les he dado. Eso me llena de satisfacción.
¿Cómo conoció a Alberto “Makuko” Gallardo?
–Él todavía estudiaba en el colegio Enrique López Albújar de Piura (entre 1969-1972 aproximadamente) Un amigo de nosotros, Marcos Yarlequé, lo trajo a mi casa a probarlo (para cantar). En ese tiempo, estábamos trabajando con otro nombre: Los Blanders, y que luego sería Armonía 10.
¿Usted estudió en alguna escuela de música o fue todo empírico?
–Yo comencé empíricamente. Mi papá era muy exigente. Después de que comencé a garabatear el piano, entré en la escuela de música José María Valle Riestra de Piura, y luego de unos meses me retiro, porque debía tener a cargo la orquesta y no tenía tiempo para estudiar. Mi profesora fue Luciola Vice de Ramos.
Cuénteme sobre la importancia de cantar cumbia con Armonía 10.
–Al cantante se le mandaba a estudiar el tema. No para que lo cante por cantar, sino que lo sepa interpretar. Cada canción es una historia del compositor que plasma en un papel con su lapicero. El cantante tiene que estar dentro de la mente del compositor para llegar a la gente, al público.
¿Cuál es la importancia de Juan de Dios Lozada Naquiche, su padre, para Armonía 10? Quizás no muchos lo conocen, pero es pieza fundamental en la formación de la agrupación.
–Mi papá era un músico que iba con su guitarra por los restaurantes, con mi tío Lucho, y otro cantante. A él mucho le gustaba la música. Entonces, mi papá ve que había futuro (musical) con la agrupación. Teníamos un equipo de megáfono, de bocina, para llamar a la gente cuando llegaba, por ejemplo: “¡Carlos Cueto llegó de Huancayo y está buscando a su hermano!”.
Con esos equipos comenzamos. Mi hermano Juan, el mayor, estaba en Lima, y nos mandó accesorios para armar la primera guitarra. Quien arranca todo es mi papá con nosotros sus hijos: Juan Manuel Lozada Floriano y Walther Lozada Floriano. Mi papá me tenía loco con la cantante Hilda, con Los Panchos. Mi papá fallece cuando ya estaba Armonía 10 hecha. Hay discos donde Makuko le dice: “¡Oye, Juanito Lozada, aquí estamos!”. Mi papá y Makuko eran compadres y se tomaban 3 o 4 cajas de cervezas solitos.
¿La muerte de Makuko marcó un antes y un después en la cumbia?
–A veces la gente piensa que los cantantes hacen todo, pero no saben que atrás hay todo un productor musical. Antes de que muera Makuko, estábamos en Piura, grabando durante la mañana el tema “Mil botellas”. De pronto mi esposa me dice que ya está el almuerzo. “Vamos a comer, gordo (yo le decía así)”, le dije. “Ya”, contestó. Estábamos comiendo y no sé cómo salió el tema de la muerte. Y me preguntó. “Walther, ¿cómo será la muerte…tú crees que la gente me recuerde?”.
En la actualidad viven un cambio trascendental en Armonía 10. Ha incorporado voces de la familia Lozada, como Leandro Lozada y Mathias Lozada, ambos muy jóvenes.
–Es una fase para el futuro. Ellos todavía están en preparatoria, ellos esperarán su momento para ser líderes. Leandro es mi sobrino. Mathías Lozada, mi nieto, si lo escuchas y lo analizas, es el heredero musical de Walther Lozada.
Ahora Leandro ha terminado la secundaria y ha ingresado al conservatorio. Mathias es un niño, tiene 15 años y le está cambiando la voz. A él lo está preparando la profesora de canto.
¿Desde que empezó Armonía 10, usted era consciente que esas grabaciones canciones marcaban historia?
–Yo lo sabía. Cada canción de Armonía 10 es una historia, una experiencia. De acuerdo con eso se evaluaba la letra, y luego venía el arreglo, que era la otra mitad de la canción. Si tienes un tema, y el tema no tiene la interpretación del cantante, no funciona. Quizás es una buena letra y no tiene un buen arreglo.
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