La parálisis facial, o conocido también como parálisis de Bell, es una condición neurológica que ocurre cuando el nervio facial se inflama, lo que interrumpe la inervación de los músculos faciales y causa la asimetría de un lado de la cara, lo que puede generar preocupación y ansiedad en los afectados.
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De acuerdo con el Dr. Francisco Aquino Peña, neurólogo del Departamento de Neurofisiología del Instituto Nacional de Ciencias Neurológicas (INCN) del Ministerio de Salud (Minsa), este trastorno puede aparecer de manera repentina y la persona lo notará al no poder cerrar el ojo, arrugar la frente y tener dificultad para hablar, silbar o sonreír. “Puede incluso tener trastorno en el gusto”, acota.
El especialista señala que algunos factores de riesgo son: la edad (es más común en personas adultas), diabetes y otras afecciones que deterioran el sistema inmunológico. Se relaciona la parálisis facial con infecciones virales (virus del herpes simple).
Aquino Peña recalca la importancia de estar atento a los síntomas de la parálisis de Bell, como debilidad o parálisis en un lado de la cara, dolor o incomodidad cerca de la mandíbula o detrás de la oreja en el lado afectado, pérdida de gusto en los dos tercios anteriores de la lengua, dolor o sensación de presión alrededor del ojo afectado.
“Ante la presencia de estos síntomas, la persona debe acudir de inmediato a un establecimiento de salud para recibir un diagnóstico y tratamiento oportuno, con el fin de evitar secuelas como déficit motor, sincinesia o espasmo hemifacial”, manifiesta.
En muchos casos, la recuperación de una parálisis de Bell es completa y ocurre en un periodo de semanas a meses, por lo que la terapia física constituye un factor importante para restaurar la función muscular y lograr la recuperación del paciente.