Leyendo un libro, rescaté esta nota, “la vida tiene diferentes capítulos, un mal capítulo no significa el final de la historia”. Creo que hoy nos toca revisar el significado de este comentario, y vincularlo al entorno actual. Unas voces coherentes y experimentadas, nos animan a ser objetivos y optimistas, para ver y aceptar la realidad. Esta vez “ese capítulo u otros, no tan agradables, serán los motivos de que la historia tendrá un final extraordinario. Los hombres de fe y de acción, saben, que aquello que está sucediendo -aunque no se entienda-, es para bien.
Y sin temor a equivocarme, creo que estos tiempos que van transcurriendo, son momentos de dejar huella, y no cicatrices; es decir, nuestro comportamiento debe ser más proactivo, resilente, empáticos, honesto, solidario y más alegre, porque un hombre triste, es un triste hombre…
Hay que querer lo que nos toca vivir, porque vale la pena. Hay que trabajarlo poco a poco, pero con pendiente, porque el crecimiento constante es el mejor mecanismo de supervivencia.
No hay que temer a los “baches tóxicos” que aparecen en el camino para desanimarnos. Hay que seguir siempre pa´lante, toreando a los impertinentes y negativos, con valores, justicia y mucho sentido del humor, como lo apreciamos en aquella película “juntos son dinamita”.
Para alinearnos en estos tiempos, conectándonos y no aislándonos, necesitamos ser “personas superiores”- personas con sentido de pertenencia, que generen valor en lo que piensan, sienten y hacen-. Estas personas destilan amor y comprensión, y saben que ante la preocupación, primero está la acción y no la depresión. No se necesitan “súper héroes”, personajes inexistentes, propios de historietas.