En ese submundo de nuestra folclórica política nacional, cualquier recurso -por muy sucio, rastrero o ilegal que pueda parecer-, es válido mientras este dañe, debilite o desaparezca el obstáculo o al rival político. Y eso es lo que hoy está pasando con la decisión del TC tras liberar al expresidente Alberto Fujimori, restituyéndole el beneficio del indulto que le otorgó PPK.
Más allá de si este es justo o no, si fue una jugada política o no de PPK, que bien vale el debate, algunos políticos de la izquierda y sobre todo del gobierno de Pedro Castillo, que odian el solo nombre del TC, están tomando como pretexto este caso para pedir su desaparición, pues su existencia no les conviene políticamente.
No olvidemos que las huestes de cerrón y el propio Castillo ya habían pedido y abogado por la desaparición de la Defensoría del Pueblo, la Sunedu, la Sutran y hasta la Autoridad para el Transporte Urbano (ATU) y no se sabe qué otra institución más está en su mira, en un claro atentado a la institucionalidad del país. Ellos, parece, quieren sus propias instituciones, fieles y a disposición de su proyecto de izquierda.
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