Habíamos advertido que el mensaje presidencial de Martín Vizcarra, en su último año de gestión, no iba a tener sorpresas.
Por ello, escuchar a muchos analistas despedazar con ironía o con esmerado detalle cada una de las propuestas y oraciones del mandatario resulta una contradicción, porque en el Perú de hoy, y en otras partes del mundo, nada es normal con la pandemia; por tanto no se podía esperar un mensaje de anuncios desbordantes.
No ha sido normal, tampoco, ver el hemiciclo vacío, sin aplausos ni pomposas ceremonias. Pero si debemos calificar este último mensaje, podríamos darle la categoría de “cumplidor”.
Vizcarra ha hecho lo que tenía que hacer, calmar las inquietudes de los peruanos con 20 mil millones para salud, pero no dijo cómo se gastarán o si este es el total de la inversión o sobre el presupuesto normal de Salud. Cumplió también con prometer trabajo a partir de agosto, pero no dijo que este es eventual en la limpieza de canales y caminos vecinales.
Dijo que seguirá apoyando con bonos a la población, pero no dijo que esto es para menos del 3% de peruanos y esto no es suficiente para reactivar la economía.