La elección del nuevo Defensor del Pueblo -un acto consumado con un indigno pacto de los congresistas de PL, FP, los “Mochasueldos” y los desvergonzados “Niños”-, es el fiel reflejo de cómo prevalece el interés político por encima de los intereses nacionales o de los peruanos. Esta elección es una evidencia más de la degeneración de la política nacional y por lo cual este Congreso tiene más del 80% de desaprobación.
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La elección del defensor, Josué Gutiérrez, nació chueca, no solo por los cuestionamientos de estar inmiscuido en investigaciones legales y por “carecer de cualidades éticas y profesionales” (Eduardo Vega, ex defensor), sino porque es apadrinado por Vladimir Cerrón. Gutiérrez fue su abogado y milita en PL por lo que se teme se muestre más interesado en sacar de problemas legales a Cerrón y a su socia Keiko Fujimori, que en defender a los peruanos.
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No se debe perder de vista que Gutiérrez tendrá voz y voto en la elección, para el próximo año, de la Junta Nacional de Justicia y por consiguiente, poder político para imponer jueces y fiscales que puedan darle la mano a estos cuestionados personajes con cuentas pendientes con la justicia.