“El problema del Perú no es el diagnóstico, es la ejecución”, afirma Liliana Rojas, directora de Iniciativa Latinoamericana del Center for Global Development.
Y tiene mucha razón. Aquí en Piura tenemos todo diagnosticado, “mapeado” y hasta las posibles soluciones a los problemas de infraestructura pública, pero todo está en el papel o en “ideas”.
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Sabemos que necesitamos un sistema integral de drenaje pluvial; sabemos cuál es la solución para el río Piura; sabemos de los líos que nos genera el dengue; sabemos qué tipo de hospitales y colegios necesitamos… pero hasta allí llegamos. Según Rojas, el problema es que tenemos “un montón de núcleos pequeñitos (municipios y Gores) que tienen cada uno sus propios recursos y su propia carga administrativa que no están haciendo la labor”.
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Y no hace su labor porque estos pequeños núcleos administrativos están recargados de burócratas, pero de algo muy nocivo para el desarrollo: la corrupción. Faltan profesionales y técnicos capaces, pero sobran en los cargos públicos personajes con antecedentes policiales y penales que toda su vida se la han pasado canibalizando las instituciones.